Hoy la moto hace una parada en el Centro Cultural Kirchner para conocer La escultura de los sueños, una mega obra que se luce en la entrada de este espacio cultural, donde las figuras que destacan son los colchones, temática que la artista viene trabajando desde los años 60’.
Para Marta Minujin, esta obra suya es el prototipo de la “antiescultura”. Para el común denominador del público, primera vista, se trata de un inflable de proporciones gigantes, de nueve metros de alto, que sin dudas, es un fiel reflejo de la chispa creativa de la artista: colores intensos, vibrantes, que sacuden y despiertan al ojo y a la mente como un fuerte viento o corriente tempestuosa .
Además, acompaña a esta mega escultura cuyos protagonistas temáticos son los colchones – que representan la complejidad de los sueños de una forma metafórica y literal- una propuesta musical que pone en contexto este mundo onírico y personal que Marta despliega en la puerta del CCF para despabilar al público .
Porque, ciertamente, en la obra de Marta , un colchón no es simplemente un colchón.Este despliegue colorido es en realidad, una mega obra transitable, para ser vivida y experimentada por los visitantes. La artista explica que mientras trabajaba en ella, tenía una idea en mente : que cuando la gente la visitara pudiera susurrarle un deseo al oído. Es decir, que pudieran sentir como ella, las mismas ganas de crear y trabajar en sus sueños en medio de una realidad que pareciera aplastar siempre las nuevas ideas, el ánimo, la imaginación y la creatividad de la gente. Por eso de ahí , su nombre : “La escultura de los sueños”.
Colchones para despertar y soñar
Y, es que no podía ser de otro modo, ya que siempre- explica Marcelo Hidalgo Sola- la obra de Minujín, con su impronta alegre , vivaz , ha buscado sacudir y desafiar las convenciones. En esta dirección se encuentra su gran Partenón construído con los libros prohibidos durante la última dictadura militar que el público podía llevarse, una obra de arte efímero que se levantó en medio de la Avenida 9 de julio a comienzos de la democracia . Pero, la artista también llevó a la Bienal de San Pablo de 1978, un obelisco acostado, al que le atribuía características de “símbolo fálico planchado”, para figurar un anticipo simbólico del declive de este régimen.
Lo más interesante y notorio de la obra de Marta Minujin es que, a diferencia de la mayoría de vanguardias artísticas del siglo XX y tal como sucede con lo mejor del arte pop, es que el trabajo de esta artista hizo su propia revolución sin apelar a la violencia incluso cuando sus obras hablaran precisamente de escenarios y contextos de violencia.
En esta dirección precisa, todo empezó a encauzarse hace más de 40 años atrás. Por aquellos tiempos, Marta Minujin se erigía como la reina argentina del pop art nacional y para sus producciones, ya había comenzado a experimentar y usar todo tipo objetos domésticos para invitar a poner el ojo en la sociedad de consumo y su particular relación con lo cotidiano y lo ordinario, -o supuestamente trivial- de la vida misma.
De París al mundo
Minujín contó en una entrevista que sus obras -hoy icónicas- a partir de colchones se gestaron en París durante el invierno de 1963, cuando ella tenía tan solo 20 años. La jóven y talentosa artista había ganado una beca de estudio y vivía en un departamento helado que no tenía calefacción. “Para no congelarme, se me ocurrió armar una carpa de nylon y para dormir metí el colchón adentro”, contó de aquellos primeros pasos en el arte que fueron el puntapié de una gesta temática imparable.
“En los colchones las personas pasamos alrededor de la mitad de la vida. Nacemos en ellos, dormimos, miramos películas,charlamos con los hijos, descansamos cuando estamos enfermos, hacemos el amor. Y hasta nos pueden matar”, resumió con simpleza la artista. Para ella, esta es una temática que no se agota, se renueva una y otra vez , como una usina inagotable de ideas. Cada vez que los usa para crear una nueva escultura, uno intuye que no será la última vez de una creación suya que los tenga como protagonistas.
De hecho Minujín expuso sus colchones en cientos de variantes y propuestas siempre nuevas, siempre novedosas, siempre cuestionadoras de convenciones. Así, sus coloridos y desafiantes colchones intervenidos, dieron la vuelta al mundo entrelazados como amantes, revueltos y anudados en un sin fin de piruetas imposibles, pálidos, un poco maltrechos, pero siempre divertidos y en actitud de resistencia. Los más novedosos y recientes, llevaron colores más audaces y jugados, unas tonalidades flúo, como alusión al mundo contemporáneo que busca llamar la atención a cualquier costo y de cualquier manera, como estos colchones que también, son hijos de los tiempos actuales de los hombres que los habitan.