Una moto visita el Mercado del Progreso de Caballito, una joya que perdura desde 1889


Marcelo Hidalgo Sola recorre el renovado e icónico Mercado del barrio de Caballito. Un espacio que ha conservado su esencia a lo largo del tiempo, y hoy luce como en sus primeros años, con su gran cartel de líneas art decó y el color original de los ’30. 

El Mercado del Progreso de Caballito es una verdadera joya porteña que trae esos aires nostálgicos de tiempos idos. Hoy, a pesar de que luce renovado, conserva intacta la esencia de una época que muestra cómo eran y cómo funcionaban en la Buenos Aires de los albores del siglo XX, los mercados originales. Sin dudas, este espacio guarda parte de la identidad más profunda de Caballito , de su gente, sus comerciantes y de las vicisitudes de la vida diaria de una comunidad barrial que se fue gestando poco a poco. El tiempo pasó, y el antiguo mercado logró persistir a los embates de la urbanización y a su modo , acompañó y fue testigo de las grandes transformaciones que ha ido experimentando Caballito y sus contornos, que hicieron se convierta hoy en uno de los barrio más elegantes, vibrantes de espacios verdes, comercios, edificios modernos y vida cultural. Sin dudas, un barrio que tiene personalidad propia y no se parece a ninguno. 

Lo primero que resalta en la fachada del Mercado es su monumental cartel que reza : Mercado del Progreso y que está realizado en sobrias letras estilo art déco. Hoy, este gran “detalle” visual se ha convertido en un emblema del lugar. Ciertamente, son unas letras austeras, de diseños y proporciones exactas que, en su sencillez y belleza, revelan y aluden al corazón de la dinámica del lugar : el Progreso. “Sin dudas, un rasgo clave de los porteños y de las múltiples actividades comerciales que en este espacio confluían a fines del siglo XIX”- explica Marcelo Hidalgo Sola. 

En 2019, cuando se iniciaron las obras para poner al Mercado en valor para devolverle sus lineamientos y características originales, las letras que exhiben su nombre fueron todo un desafío y un capítulo aparte en materia de restauración. No fue una tarea sencilla dado que El Mercado está ubicado en una zona de mucha circulación, en plena avenida Rivadavia y Del Barco Centenera, frente a la Plaza Primera Junta, en el mismísimo corazón comercial del barrio . Y por otro lado, cada letra tiene proporciones considerables : miden 1,6 metros de alto por 1,2 de ancho promedio, de acuerdo a lo que indican fuentes oficiales. Pero, tan solo basta observarlas hoy, para comprobar que el esfuerzo valió la pena : lucen espléndidas, icónicas y atraen a la gente como un imán. 

Los comienzos del Mercado del Progreso 

El Mercado del Progreso abrió al público en 1889 y a las verdulerías, carnicerías y panaderías, poco a poco se le fueron sumando otros espacios como los tradicionales barcitos. Así que, la propuesta actual, logró con éxito que conserve su antiguo corazón de barrio pero aggiornado. Hoy, quien se acerque hasta Primera Junta, podrá apreciar un bello y renovado espacio con más de 170 puestos y 17 negocios a la calle, con el magnífico cartel art decó, una verdadera joya de la Ciudad, que para muchos de los vecinos y puesteros debería figurar en las guías turísticas para que sea cada vez más conocido y visitado.

Inaugurado el 9 de noviembre de 1889, con bombos y platillos y la presencia de toda la comuna, la apertura contó con dos bandas de música y un brindis con los vecinos y puesteros . La obra fue ideada por la Sociedad del Progreso de Caballito y erigida con un diseño y criterios de funcionalidad que para su época resultaban ejemplares como por ejemplo, la higiene y la ventilación. En ese momento originario, había unos 53 puestos y el pabellón central estaba dedicado exclusivamente a la despensa de carnes. En otra galería lateral se ubicaban los puestos de venta de pescado fresco, con amplias mesadas de mármol y fuentes que permitían la circulación de agua. Y , en otro sector, se reunían los puestos de venta de frutas y verduras frescas y, hacia la parte del frente,aquellos donde se podía encontrar las diferentes variedades de productos de almacén.

Los trabajadores del Mercado del Progreso eran, en su gran mayoría inmigrantes, y el lugar se constituyó en una de las fuentes de abastecimiento principal de los vecinos de Flores y Almagro. Al llegar los años ‘20 se anexó el contiguo pasaje Coronda, una vieja calle que era utilizada para el servicio para carruajes donde se pusieron las primeras cámaras frigoríficas. Luego, en los años ‘30 la fachada adquirió el cartel con su nombre, que le dio esa singular impronta a art déco que hoy aún, lo hace brillar con identidad propia. 

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