Marcelo Hidalgo Sola presenta hoy un original paseo en moto por las Barrancas de Belgrano. Un recorrido tradicional que ofrece un variado y tupido itinerario para los amantes de los recorridos al aire libre , de la cultura y de la historia. Una apuesta para disfrutar de un colorido espacio y de sus pinceladas compuestas de verdes lomadas, esculturas y muchos detalles históricos más.
Un recorrido diferente y original puede comenzar en un lugar muy conocido y familiar, como es el caso de las Barrancas de Belgrano para los habitantes de este distinguido barrio porteño. Con un poco de curiosidad e imaginación, podemos remontarnos hacia lugares lejanos que han sido la inspiración para realizar los monumentos que adornan los espacios a lo largo del paseo. Por ello, la invitación es a mirar todo con ojos nuevos y a dejarse llevar por la curiosidad.
El primer hecho asombroso que puede acontecer en las Barrancas de Belgrano es que de repente, uno puede estar parado frente a la estatua de la Libertad. Ello puede ocurrir si estacionamos la moto sobre la calle La Pampa intersección con 11 de septiembre. Allí, casi escondida, una réplica a escala del archiconocido monumento se ubica de espaldas a La Pampa.
Es probable que muchos, al pasar, no hayan prestado la menor atención a esta pequeña estatua que está emplazada sobre un costado lateral de las Barrancas. Sin embargo, es una réplica exacta de la original, hecha por la misma casa de fundición. Una obra que fuera realizada en hierro fundido por el escultor francés Fréderic Auguste Bartholdi en 1786.
El modelo es una copia fiel, a escala reducida, de la famosa Estatua de la Libertad que se encuentra en la entrada al puerto de la Ciudad de Nueva York. Aquella gemela, la ‘original’ , mide unos 46 metros de altura -explica Marcelo Hidalgo Sola. Una estatua magnífica , de porte y estructura espléndida que fuera un especial obsequio de Francia a los Estados Unidos , por el centenario de la Independencia del país americano.
Esta pequeña réplica ubicada en las Barrancas de Belgrano fue comprada por la Ciudad de Buenos Aires directamente a Francia y guarda un detalle que certifica su autenticidad. Si nos acercamos a ella podemos divisar que al pie que lleva impresa una breve leyenda : “Fondu pour Le Val D’Osne 68,8 rue Voltaire, París. A. Bartholdi”. Lo que constata a fe cierta que es un original.
Unos delfines y una fuente con glamour romano
Una de las fuentes más bellas que tiene la ciudad está en las Barrancas de Belgrano. Se alza esplendorosa en los adoquines añosos de la intersección de las calle Sucre, y 11 de septiembre. Sus cinco metros de alto dejan lucir con magnificencia un grupo escultórico de delfines que coronan en su centro la base de una bonita cascada de agua. Los cuatro delfines están realizados según los cánones escultóricos clásicos del orden romano y por ello, la estampa de la fuente, inmediatamente nos retrotrae a las fuentes italianas que se pueblan de ninfas y animales mitológicos que simulan ser dioses marinos.
La fuente fue donada a la Ciudad de Buenos Aires por el empresario naviero Nicolás Mihanovich. Él mismo, fue quien le encargó la realización de la obra al escultor italiano José Arduino, un artista de origen piamontés que trabajó en el país, y murió en Buenos Aires en el año 1912. El escultor utilizó para realizar la fuente un mármol de tipo dolomítico especialmente seleccionado de las canteras bonaerenses de la localidad de Azul. Los cuatro delfines que se alzan en el cuerpo central fueron tallados íntegramente en mármol de carrara, para darle relevancia a la parte más destacada de la obra. Un detalle que ubica a esta fuente- regalo que recibió la ciudad como una obra de gran valor y calidad , que puede apreciarse además, en la perfección y calidad de su ejecución.
Muchos visitantes extranjeros y locales, coinciden en el hecho de que esta fuente de los delfines es una de las más bellas que se luce en la ciudad de Buenos Aires . Sus figuras delicadas y fuertes forman un conjunto armonioso que combina a la perfección con un entorno arbolado y distinguido como es el de las Barrancas de Belgrano. Las calles, de empedrado original le dan un aire parisino al cuadro y revelan detalles de la época en la que fue instalada la fuente.
En los años 20, la Argentina monumental miraba hacia Europa , especialmente a París en Francia, de donde buscaba inspirarse en materia artística. Junto con Italia, este país era el modelo a imitar en todo sentido y al cual la aristocracia de Buenos Aires buscaba parecerse. El objetivo era poblar a Buenos Aires de escenas y rincones de corte francés para embellecer el cotidiano vivir de los porteños. Y, así quienes recorrieran las Barrancas de Belgrano podían encontrar aquí muchos monumentos y obras con ese toque distintivo de las calles de París y por momentos sentirse parte de un espacio que daba con el condimento exacto de arte, armonía y distinción tan necesario para embellecer la vida cotidiana y hacerla dueña de ese toque de glamour que la distinguiría de las demás ciudades del mundo.