Buenos Aires

En moto tras las huellas de Italia en Buenos Aires


Marcelo Hidalgo Sola propone descubrir los espacios e hitos urbanos de Buenos Aires en donde se recuerda a Italia y se la homenajea con más fuerza. Una tierra generosa que dejó partir a los suyos para gestar nuevos sueños del otro lado del Atlántico.

Plaza Italia, es una de las plazas más emblemáticas de la ciudad. Es porteña pero su esencia es italiana y, además funciona como punto de referencia al cual todos se remiten para transitar por la ciudad. Sin ella, muchos no lograrían ubicarse, como tampoco sin Italia se explicaría la Argentina de hoy y muchas de nuestras costumbres y tradiciones características.

 En la ciudad de Buenos Aires, la italianidad que cobija el perímetro de la plaza está certificada y autenticada aunque muchos lo desconozcan por completo. 

 Sobre un pedestal de mármol y granito el monumento a Giussepe Garibaldi domina el espacio público. Montado en su caballo y al trote, Garibaldi parece campear la plaza con su clara impronta de luchador incansable por la causa de la unidad italiana. Este conjunto escultórico fue realizado por Eugenio Maccagnani y es réplica de uno similar erigido en Brescia, Italia. En 1904 llegó a coronar el corazón del Barrio de Palermo al ser donado por la colectividad italiana a la ciudad

También a pasos del monumento a Garibaldi la plaza alberga una pieza histórica que es Patrimonio de la Humanidad. Una columna del Foro Romano, extraída de las excavaciones hechas en Roma luce allí su porte noble . Su altura alcanza casi los dos metros y mide 55 centímetros de diámetro y, a pesar de su pretérito y célebre linaje , es en la plaza una auténtica desconocida.

 Donada por la Alcaldía romana tuvo que atravesar un derrotero fugaz antes de ser emplazada en su actual ubicación en el 55’.

 Su primer destino -explica Marcelo Hidalgo Sola– fue descansar en un cruce de calles muy importante de la ciudad: fue emplazada en Libertador y Luis María Campos. A pesar de ser una esquina destacada y de gran flujo urbano, no lograba resaltar su esbelto perfil, ni resonaba su porte en el contexto que, además, no tenía ninguna referencia a Italia. Por ello, se decidió en 1984 trasladarla a su actual ubicación, en cuyo perímetro podría sentirse como en casa: en Plaza Italia.

 Tallada en un solo bloque de mármol, la columna es una de las reliquias más antiguas que hay en Buenos Aires y se fue deteriorando con el paso del tiempo. El hollín la recubrió íntegramente hasta dejarla como una opaca viga y, hasta se quedó, sin su placa identificadora luego de un robo. Pero, afortunadamente al ser notificado su lamentable estado, se actuó rápido, fue restaurada y volvió a lucirse en todo su esplendor gracias a una iniciativa de la Asociación Romana y de Lazio en Argentina, que contó con el apoyo del Gobierno de la Ciudad d Buenos Aires.

 La columna posee un valor incalculable. Es un auténtico tesoro que, aunque solitario, es uno de los tantos que se conservan en el mundo de lo que fuera el Imperio Romano. Esta fue una de las tantas piezas en ser extraídas durante una serie de excavaciones hechas en el Foro de Roma, sitio de primordial relevancia en aquellos días y lugar en donde se concentraban la mayor parte de las actividades, los negocios, el comercio, la administración de justicia , la prostitución y el culto religioso de los romanos.

 

Escultura de la Loba Romana

Muy cerca de donde se halla emplazada la columna, otro emblema escultórico que homenajea la fundación de Roma se halla ubicado en la ciudad de Buenos Aires, en el predio del Jardín Botánico.

La escultura de la loba romana que amamanta a los gemelos Rómulo y Remo se encuentra ubicada entre olmos, álamos de Italia, cipreses, laureles, rosales y hiedras. Especies que tenía Plinio el joven, en su villa al pie de los montes Apeninos en el siglo I . Entre esta frondosa vegetación, la escultura de la leyenda de los fundadores de Roma se luce como si la escena fuera la original. La loba es la misma que parece repetir la antigua leyenda que dice que los dos hermanos al quedar huérfanos fueron alimentados en sus primeros meses de vida por el mítico animal.

Esta escultura también tiene una “hermana” que está ubicada en Parque Lezama pero cuya suerte ha sido más desventurada. Lejos de la protección que brinda el cerco del Botánico, la escultura sufrió sucesivos vandalismos y hasta el robo de los gemelos Rómulo y Remo en 2007. Gracias a este triste episodio la legislatura porteña aprobó una ley que cuida y resguarda desde entonces los tesoros que guardan la memoria de gran parte de los descendientes de inmigrantes italianos que residen en Buenos Aires.

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