Marcelo Hidalgo Sola propone un paseo en moto para descubrir una obra de la escultora tucumana Lola Mora que se encuentra ‘escondida’ dentro del predio que ocupa el actual Ecoparque, ex Zoológico de la ciudad de Buenos Aires. Un tesoro único que logró sobrevivir a la intolerancia de la época, al paso implacable del tiempo y al vandalismo.
Las motos que conforman el grupo de paseadores urbanos de los ‘moto kutural’, en muchas ocasiones, parecen ser cazadoras furtivas de tesoros. En esta oportunidad, la pesquisa se traslada al predio del Ecoparque porteño, en donde se halla ‘escondida’ una pieza única de la escultora Lola Mora. Se la conoce como EL Eco (la elocuencia), y es una escultura realizada en un solo bloque de mármol que ha sufrido ataques y vandalismos, pero que ha logrado sobrevivir a la barbarie de la violencia, la falta de cultura y los moralismos ridiculizantes de su época.
La escultura que presenta la figura de una mujer en actitud de escucha, y que su autora llamó El Eco, es una de las obras más destacadas de Lola Mora y guarda una historia muy particular.
La estampa de la mujer fue esculpida en mármol en 1906 y formaba parte de un conjunto escultórico que homenajeaba al quien fuera uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical y brillante orador, Aristóbulo del Valle. El monumento original, ubicado en el Parque Tres de Febrero, fue vandalizado antes de su inauguración oficial. Pero, gracias a la gestión del científico y naturalista Clemente Onelli, director del Zoológico ,la obra fue rescatada y puesta a la vista en aquel predio en donde se mantiene íntegra y a salvo desde entonces, aunque hoy se llame Ecoparque. La otra obra que integraba el conjunto escultórico, un busto de Aristóbulo Del Valle fue puesto a resguardo-explica Marcelo Hidalgo Sola– en la Municipalidad de La Plata.
La escultura representa a una bella joven que está sumida en una profunda actitud de escucha. Su imagen es de corte clásico y posee un bello torso desnudo. Sus caderas y piernas están cubiertas por una tela fina, de ondulados y suaves pliegues. Su rostro se vislumbra sereno y distendido con la expresión concentrada de quien escucha atentamente un discurso. Su cabello es generoso, abundante y desordenado. Con una mano cerca de su oído, la figura parece querer apreciar aún con más detalle esas palabras capta a la distancia.
En la expresión de esta figura femenina, la artista tucumana habría representado la elocuencia y la calidad magistral del gran orador Aristóbulo del Valle, quien con sus discursos lograba movilizar, encender y cautivar a su auditorio.
De motos, esculturas y recorridos polémicos.
Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, tal su nombre completo, fue conocida en el mundo del arte como Lola Mora. Nació en el seno de una familia acomodada en la provincia de Tucumán, un día del mes de abril de 1867. Su crianza estuvo provista de todo lo que una niña podría desear, tanto en el plano afectivo como en el material. Desde muy pequeñita descubrió su afición al dibujo, motivo por el cual tomó clases y pudo desarrollar este arte a temprana edad. Sin embargo el destino la marcó a fuego, al quedar huérfana a sus dieciocho años, hecho que la marcó pero que pudo sobrellevar gracias a su arte.
De la mano del pintor italiano Santiago Falucci profundizó sus estudios de pintura y dibujo, incorporando técnicas que provenían del neoclasicismo y el romanticismo europeos. Y de a poco, comenzó a ganarse la vida retratando a los distinguidos personajes de la alta sociedad de su provincia natal.
Al presentar sus primeros trabajos en 1884, tuvo una excelente acogida entre la crítica local. Su serie de retratos de todos los gobernadores tucumanos fue muy apreciada y celebrada. Luego, 1885, Lola solicitó una beca nacional para seguir sus estudios de formación en Roma, trama en la cual el entonces presidente Julio Argentino Roca fue clave para que el Senado aceptara su petición.
Lola Mora pudo trascender pese a la desigualdad de un mundo machista. Pese a esto, logró mostrarse y transgredir el rol que la sociedad de la época le asignaba a las mujeres. Tal vez por ello el monumento a Del Valle recibió muchos rechazos por parte de las comisiones encargadas de evaluarlo. Primero fueron los bocetos que recibían las autoridades, las cuales consideraban que había en ellos ‘pobreza de concepto’. Pero, luego de varios análisis, discusiones, intercambios epistolares y debates técnicos, se resolvió que Lola Mora siguiera adelante con la obra debido a temas contractuales insalvables. Pero con tanto encono acumulado, su destino estaba signado: el monumento no llegó a inaugurarse debido al atentado vandálico que sufrió antes de su inauguración oficial y que hicieron que las esculturas fueran desmanteladas del pedestal y separadas para siempre.
Hoy, la obra de Lola Mora El Eco (La elocuencia) exhibe toda su prestancia junto a otras obras históricas que le dan la bienvenida al público en el predio del Ecoparque . El Arco del Triunfo, la Fuente Anchorena, la Diana la cazadora, de 1911 y las Ruinas Bizantinas, un conjunto de siete columnas que fue traído desde Italia por Eduardo Schiaffino, entre 1909 y 1910. Entre tantas obras de renombre, la obra de Lola ya no tiene miedo de las censuras y los vandalismos. Hoy, rodeada de una atmósfera de sosiego y paz luce su belleza tranquila dejándose admirar por todos los que visitan el Ecoparque , tanto locales como extranjeros y a ellos invita a escuchar los sonidos del sosiego.