MHS 134/ En moto por San Telmo: de motos, Iglesias danesas y barcos vikingos


Marcelo Hidalgo Sola realiza hoy un viaje cultural y religioso que se adentra hasta las más profundas tradiciones de la cultura danesa luterana. La Iglesia Dinamarquesa de Buenos Aires regala una sabiduría anclada en el diseño de su particular fachada y en su interior, que luce un barco apuntando hacia el altar

 

Ubicada sobre la calle Carlos Calvo al 200, la Iglesia Dinamarquesa es una institución muy respetada y querida en el barrio. Aquí, cada fin de semana la comunidad danesa se congrega como una gran familia. Además de la celebración dominical de la misa, se juntan a tomar el té a ver películas ya compartir la vida, pero por sobre todo, a mantener vivas las costumbres y memorias de la Madre Patria Dinamarca.

Desde el mes de mayo de 1931, esta histórica sede viene acompañando la vida de una comunidad que busca mirar hacia el futuro sin perder las raíces.Tal como fuera el deseo de los primeros inmigrantes daneses que llegaron a Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX. En este espacio además de para celebrar su culto religioso protestante, se reunían periódicamente los recién llegados a la Argentina para hablar su idioma natal y comentar las noticias que se recibían desde el otro lado del océano.

De este modo, a medida que pasaba el tiempo, poco a poco la colectividad danesa en el país fue creciendo, nacieron las primeras asociaciones y hoy , muchas de ellas siguen en pie manteniendo vivas las tradiciones y congregando a hijos, nietos y bisnietos de los primeros inmigrantes que pisaron la patria . En la actualidad, algunas de estas asociaciones son clave también para la gente del barrio que busca un lugar para compartir diferentes actividades mientras otros continúan alimentando el espíritu danés y dando fuerza a nuevos proyectos comunitarios. Con actividades diversas -explica Marcelo Hidalgo Sola- la iglesia sigue cumpliendo de este modo,con una de sus funciones iniciales: la de dar cobijo espiritual a quien se llegara hasta sus puertas.

 Crear espacios con identidad cultural propia

Uno de los sueños más preciados para los primeros daneses era el de prosperar y poder darle un futuro digno a la familia , conservar sus tradiciones y su culto. Ese deseo comunitario fue ferviente y se plasmó en cada representación simbólica, en cada nueva obra edilicia de la comunidad.

Este fue el caso concreto de la Iglesia Dinamarquesa de Buenos Aires que, ubicada en el corazón de San Telmo buscó que en los diseños se plasmaran sus altos ideales religiosos. La fachada, de corte austero , buscó representar la idea de pueblo bendecido y próspero llevando adelante la idea de esos tiempos fundacionales: prosperar y multiplicarse.

El frente del edificio fue concebido para que se asemejara a una gran escalera cuya meta fuera alcanzar el cielo. La idea se tomó de un pasaje bíblico del Antiguo Testamento que inspiró a los arquitectos por su gran contenido simbólico.

Un sueño y un destino como pueblo

La escena que se representa, es un particular diseño arquitectónico que remite a una alegoría del sueño místico que tuviera el patriarca del pueblo de Israel, Jacob. La historia bíblica relata que un día, Jacob partió de la ciudad de Berseba con destino a las tierras de Jarán. En un momento de su viaje, sintió cansancio y se dispuso a pasar la noche porque estaba cayendo el sol y oscurecía. Allí, para reposar su cabeza, tomó una piedra a modo de almohada y entregó al descanso.

Jacob soñó con una escalera que estaba afirmada en la tierra pero que su extremo superior continuaba hasta adentrarse en el cielo . La visión onírica se completaba con una serie de seres angélicos que subían y bajaban por ella . 

En el sueño, Dios le decía a Jacob que no tuviera miedo de continuar su viaje, que sería bendecido de modo particular con bienes materiales, espirituales y con una gran descendencia. También le afirmaba que la tierra en la que había descansado le sería entregada a su infinita prole.

Una Iglesia con un diseño único

En la nave de la iglesia se pueden ver elementos propios de la confesión evangélico-luterana. Por ejemplo,el altar está adosado a la pared y sobre su estructura ,se aprecia una gran cruz sin Cristo. En el culto luterano, la cruz debe ser representada desnuda ya que las imágenes no son parte de la devoción.

En los bancos, gastados por el tiempo, se ve el grabado de la cruz nórdica que lleva un diseño circular añadido, propio de esta forma de culto. También, pueden verse en la iglesia ,robustas puertas hechas de roble macizo, un gran órgano tradicional a la usanza dinamarquesa que está compuesto de tubos cilíndricos y un púlpito para el celebrante. Y, frente al altar, se ubica una pila bautismal de pequeñas dimensiones, para cumplir con uno de los dos únicos sacramentos que tienen lugar dentro del culto luterano.

Inaugurada el 10 de mayo de 1931, la Iglesia se destaca por un detalle simbólico de gran importancia . Todas las iglesias danesas cumplen con un requisito fundamental que es contar con un barco suspendido de la nave central con su proa apuntando hacia el altar. Esta tradición se remonta a la época de los vikingos , para quienes el barco era parte esencial de sus rituales. El de la Iglesia de Buenos Aires fue instalado en 1984 y recuerda a todos los fieles cuál es el destino final de todo culto aquí : el de no apartarse de la meta final para que como lo expresara también la escalera de Jacob, todos puedan llegar al paraíso.

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