Marcelo Hidalgo Sola nos invita a dar un paseo en moto por el barrio porteño de Villa Crespo al compás de una melodía tanguera. Hoy, conoceremos una esquina de la ciudad que honra la memoria del maestro Osvaldo Pugliese con un monumento particular. Un pianista y compositor excelso que le dio vida a algunas de las más bellas piezas de tango de todos los tiempos. Por ello, Buenos Aires no lo olvida.
Osvaldo Pugliese nació en las orillas del siglo XX, como el tango. Buenos Aires, lo recibió en la primavera del 2 de diciembre de 1905. Como su familia, él también llevaba en la sangre la estirpe musical. Su padre, Don Adolfo Pugliese, tocaba la flauta en varios cuartetos del barrio de Villa Crespo. Y dos de sus hermanos, Vicente Salvador y Alberto Roque, abrazarían la música desde temprana edad y luego, se dedicarían como él con alma y vida a la profesión musical.
Sin embargo, Osvaldo tenía en la manga el “as mágico” de la composición. Su mente y su corazón le suscitaban melodías de tango y en su imaginación se rimaban con historias con un sinfín de quebrantos , giros y contragiros , tal como se dibujan sobre el escenario los pasos del tango al bailarse . Pero faltaba tiempo para ello en los tiernos años de su infancia, cuando su padre Don Adolfo, con infinita paciencia le ayudaba a dibujar sus primeros “palotes” musicales. Más tarde, intuyendo que ese hijo tenía vocación cierta y talento verdadero para la música, le compraría el instrumento equivocado : un violín. Luego, creyendo en el futuro promisorio lo mandaría con acierto a estudiar música con el mismo violín de regalo bajo el brazo.
Entonces, ya bajo el ala del Conservatorio Odeón de Villa Crespo, trocaría el violín por el piano y su talento comenzaría a desarrollarse – explica Marcelo Hidalgo Sola- sin prisa pero sin pausa. Con su piano, su mejor aliado para la composición , lograría más tarde, crear y dar vida a piezas únicas y sorprendentes que marcarían a fuego la historia del tango en éstas orillas del Río de la Plata. Sus melodías, dueñas de una cadencia sin igual, profundas y nacidas de una ferviente pasión por el género, quedarían grabadas para siempre en la historia y en el recuerdo de muchos amantes del tango de todos los tiempos y por toda la eternidad.
Una esquina típica de barrio y tango
Buenos Aires es dueña de muchas esquinas y barrios con fuerte impronta tanguera. Sin embargo, una sola de ellas, además, trae buena suerte. Al menos eso dicen los vecinos y quien guste ,puede comprobarlo por sí mismo. Tan solo hay que acercarse a la esquina de Corrientes y Malabia , allí donde sobre una amplia plataforma circular con una orquesta típica de tango modelada en resina, se luce en pleno acto de ejecución musical. La silueta del maestro Pugliese concentrada sobre el piano lidera los acordes que desgranan los instrumentos de la banda. Sus músicos, parecen tocar una pieza que, si uno se detiene y logra encontrar en medio de la trajinada esquina, un poco de silencio interior podría de seguro, escuchar esos acordes imaginarios.
En la cultura popular el maestro Osvaldo Pugliese, hombre nacido en el barrio de Villa Crespo, es sinónimo de buena suerte que, en lenguaje tanguero sería propio catalogar como “anti-mufa”. Para muchos, invocar al maestro Pugliese aleja los conjuros y augura feliz término a los proyectos. Según le consta a más de un vecino, con sólo pronunciar su nombre con fuerte sentimiento, se puede atraer la buena energía y conquistar la buena suerte. Esta es la razón por la cual muchos, con fe certera en este ángel guardián del tango, recomiendan que al pasar por la esquina de Malabia y Corrientes se repita tres veces : “Pugliese”, “Pugliese”, “Pugliese”. Luego, dicen, tan solo hay que confiarse a la energía poderosa del maestro que como un “hechizo”exorcise a la mala fortuna.
El monumento a Pugliese y su orquesta, que según la opinión popular trae buena suerte, fue inaugurado en el año 2007. Su autora es la escultora Paula Franzi quien realizó el trabajo de modelado de las figuras, a escala real en resina poliéster, un material dúctil y resistente para lucir al aire libre. Sin embargo, la obra no corrió con la buena suerte que le profetizaran a su maestro , ya que fue vandalizada . Por ello, al momento de restaurarla se pensó en un nuevo diseño más acorde a los tiempos y sus ciudadanos. En 2008, las estropeadas figuras de resina fueron reemplazadas por modelos realizados en cemento, de iguales formas y tamaño. Desde entonces, se conservan fuertes y en buen estado, en la misma esquina esperando siempre a nuevos curiosos y visitantes que pasen para conjurar la mala suerte o a rendirle homenaje al gran maestro Pugliese por sus canciones , su talento musical y su vida dedicada al tango.