Una moto celebra a la flor nacional en un recorrido a la vera del Río de la Plata 


Marcelo Hidalgo Sola nos regala un recorrido en moto para celebrar en una escultura al árbol nacional, el ceibo. En el Parque de los Niños, a escasos metros del Río de la Plata, se encuentra una escultura que imita a esta maravillosa flor obra del artista Alejandro Propato. 

Buenos Aires se va poblando de a poco de un conjunto de nuevas obras de arte en sus espacios públicos abiertos. Por ello, hoy podemos admirar una de las esculturas más originales que celebra a nuestra flor nacional, el ceibo. Solo hay que circular por la Avenida Gral Paz hasta llegar al cruce con Cantilo, allí a lo lejos se asoma el perfil del Río de la Plata y el predio en el que ingresamos toma el nombre de Parque de los Niños. Un espacio ideal para disfrutar del aire y del sol, con el mate en mano y con el complemento ideal del entorno arbolado y si uno se queda hasta la tarde, de la espectacular puesta del sol.

Desde 2021 la escultura de nombre Rojo flor se encuentra emplazada en medio de una hilera de frondosos ceibos, allí, justo en espacio donde uno de ellos no creció. Un vacío que para el arquitecto y escultor Alejandro Propato, fue inspiración para llenar con belleza, con arte. Así, vislumbró en un instante creativo, la silueta de un ceibo recreada con filamentos de hilo de tanza rojos completando el conjunto de árboles . Y así, nació una escultura que alcanza unos 8 metros de alto y que en sus extremos, como brazos extendidos, se articulan unos 25 kilómetros de tanza roja recreando un follaje de flores de ceibo en todo su cárdeno esplendor. 

Piezas de aluminio,grandes tubos, cientos cables de acero y el indispensable hilo rojo, como el hilo de la vida hecho en poliamida- explica Marcelo Hidalgo Sola- los materiales simples y rudimentarios que el escultor utilizó para dar vida a la estructura metálica y recrear el tronco , ramas y flores de Rojo flor. Así, una escultura que es una de las más nuevas que ha sido emplazada en la Ciudad de Buenos Aires, y una de las menos conocidas, despliega todo su raro y magnético encanto mimetizada con los ceibos naturales y regala junto a ellos, su flor cárdena de tanza roja frente al Río de la Plata en la Costanera Norte.

Una obra nacida en épocas de pandemia

Alejandro Propato, su autor, inauguró la obra Rojo flor en 2021 durante la pandemia. Respecto de su ubicación , Propato explicó que no le fue difícil pensar este gran detalle y punto clave para toda escultura ya que en el momento preciso en el que nacía la inspiración para realizarla, estaba en el mismo lugar para donde tiempo después pediría la autorización consiguió municipal para instalarla. Un sitio especial, con un marco natural de ceibos verdaderos y con el Río de la Plata de fondo. 

Al momento de erigir la escultura de Rojo flor en el Parque de los Niños, se contó con la participaron un ingeniero calculista, un herrero, dos ayudantes de taller y seis asistentes más. Fue un armado simple, poco complejo – si tenemos en cuenta que se trata de obra de gran altura y con articulaciones intrincadas – bien articulado y rápido, si se compara con los tiempos que insumieron el proceso de creación y diseño. Fueron alrededor de cuatro meses en los que se plasmaron de modo general los pasos de ejecución de la obra en sus distintas etapas: la concepción y bosquejo de la idea poética, la planificación de la obra y, finalmente, su realización.

Como todas las creaciones de Propato que han sido instaladas en diferentes países del mundo como Australia, Países Bajos y distintas provincias argentinas, Rojo flor también tiene la particularidad de ser itinerante, de espíritu nómade . Para ello, Rojo flor fue ideada para ser traslada de manera simple. Propato expresó que, el concepto de sus obras como algo móvil es una idea central ,una característica propia que une todas sus realizaciones. Un sello, en el sentido más vital desde el punto de vista de lo creativo escultórico. Las estructuras que más le atraen para diseñar y emplazar, son las que luego pueden desarmarse de modo fácil y viajar hacia otros sitios para engalanar y llenar de magia otros espacios . “El hombre es finito, todo es finito en este mundo, también las esculturas deben serlo, gastarse en su misión de regalar un sentido de belleza ” finalizó Propato.

Una obra con impronta viajera

Para el escultor los diseños estructurales que muestran todas sus partes y sus conexiones-dice -tienen algo de humildad frente al lugar donde están. Pareciera que no le imponen su presencia, que les dicen ‘voy a estar un rato y después me voy’ aunque un rato sean 100 años. En ese sentido mis esculturas acompañan lo temporal de la vida, son más humanas. La idea es que Rojo flor conserve sus colores ígneos y que siga siendo parte de este entorno natural por muchos años, ya que luce como si siempre hubiera estado aquí, en este lugar al lado del río de la Plata finalizó el escultor.

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