Marcelo Hidalgo Sola tras las huellas de Julio Cortázar en Agronomía.


El antiguo barrio obrero Rawson en Agronomía fue el hogar de Julio Florencio Cortázar desde 1934 hasta 1951. De aquellos años, aún quedan en pie nueve pabellones de viviendas colectivas. El escritor vivió en el tercer piso del pabellón nro I, ubicado en la calle José Artigas 3246. Este fue el lugar donde escribió su mítica obra, Rayuela

El edificio donde Julio Cortázar diera forma al universo poético de La Maga y Oliveira , los personajes de la inolvidable Rayuela, contrasta duramente con los puentes, calles y avenidas parisinas del escenario de la novela : es un bloque gris e inexpresivo. Él clima particular de Agronomía y del barrio Rawson presenten en muchos de sus cuentos, reza la placa de bronce en la puerta del edificio. A pocos metros de él, en la esquina de las calles Artigas y Julio Cortázar, que antes se llamaba Espinosa, hay un café que, afortunadamente, sí emana ese toque literario y poético del universo cortazariano . Se llama como su famosa novela, Rayuela e invita a hacer un alto y disfrutar del entorno tranquilo del barrio. 

Al ingresar con la moto al barrio Rawson, la calle Artigas desemboca en la plazoleta Carlos de la Pua . Es una plaza circular pequeña que parece detenida en el tiempo. No ha tenido la suerte de ser embellecida y aggiornada como le ha ocurrido a la mayoría de las plazas de Buenos Aires. Sus árboles de antaño circundan antiguos bancos de madera y juegos de hierro de los tiempos de otras infancias. Allí mismo, un grupo de jóvenes juega a la pelota sobre las rayuelas dibujadas en el piso . Frente a este pintoresco pulmón verde se puede ver la fachada del Pabellón nro I donde vivía Cortázar junto a su hermana Ofelia -explica Marcelo Hidalgo Sola- y a su madre, María Herminia Descotte de Cortázar. Un edificio austero, compacto y proletario 

Estos pabellones carecen de la poesía y la magia que uno hubiera esperado encontrar por haber sido el lugar donde habitó Julio Cortázar. El complejo había sido edificado en 1934 por la Comisión Nacional de Casas Baratas, un proyecto impulsado por el diputado conservador Juan Cafferata. Aquí mismo, el incipiente escritor pasó largo tiempo en los años de su juventud.

Cortázar y los derroteros de su vida cotidiana.

En 1935, Julio Cortázar se recibía de profesor normal de Letras . A partir de allí, comenzaría a viajar al interior para enseñar en escuelas y universidades. En los comienzos dio clases como suplente en una escuela primaria de Bolívar, era el año 1937 y volvía a su casa del barrio de Agronomía únicamente en el verano.

Más tarde, en 1939 trocó Bolívar por la ciudad de Chivilcoy para dar clases en la Escuela Normal de esa ciudad. Desde allí, volvía cada fin de semana a su hogar de la calle Rawson y pasaba tiempo escribiendo , caminando , fumando y leyendo. Luego, por un año y medio, ejerció como profesor en la Universidad de Cuyo a los pies de la Cordillera de los Andes en Mendoza. Finalmente, regresó y se quedó en la calle Rawson hasta 1951, año en el que viajó a París para radicarse definitivamente en aquella ciudad.

Luisa Valenzuela, amiga cercana del escritor y autora del libro Entrecruzamientos : Cortázar/Fuentes, nos cuenta más en relación a este período : “Basta con leer con detenimiento sus cartas de aquella época para entender la ambivalencia con que la transitó y vivió. Un período que lo separó del circuito cultural vibrante de Buenos Aires y de sus amigos de entonces. Pero esto, de algún modo, le permitió sumergirse de lleno en el universo de la lectura.” 

La vida cotidiana en la ex casa de la familia Cortázar

Nelly Schmalko, es la actual propietaria del antiguo departamento de la familia Cortázar. La socióloga y Directora de la Tecnicatura Universitaria en Economía Social y Solidaria en la Universidad, cuenta que la casa de Rawson guarda algunos objetos que pertenecieron a Cortázar. 

En la casa de la calle Artigas 3246 quedaron de Julio un sillón de mimbre traído de un viaje a Mendoza, y su querida biblioteca. Tan enamorado estaba Julio de ella que cuando la tuvo que dejar, le escribió un poema llamado “Rechiflao en mi Tristeza”. En la actualidad Nelly conserva y atesora la preciada biblioteca y explica que los primos del escritor le contaron que cuando visitaban a la familia,  tenían que tener extremo cuidado con el rincón en donde se estaba la biblioteca porque “era el de Julio”. También que, en algún momento de la visita Julio tomaba el rol protagónico y les leía algo y armaba juegos con las palabras”.

Rawson marcó una “impronta indeleble” en la obra de Cortázar, según explica Luisa Valenzuela. El barrio de calles tranquilas y chalets con persianas de madera pintadas de verde, de pabellones de edificios con frondosos jardines en el centro y de arboledas tupidas, arrojan un tinte melancólico como si de alguna manera extrañaran la presencia del escritor y su particular universo poético. Del mundo cortazariano hoy, solo dan cuenta de él los gatos que van y vienen con su andar sigiloso, los “guardianes” como los llamaba Julio, con su vocabulario siempre enigmático y evocador de mundos.

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