Marcelo Hidalgo Sola nos invita a realizar una visita a un jardín secreto que se encuentra al interior del Palacio Noel , sede del Museo Fernández Blanco. Allí, entré los tesoros del arte colonial, este jardín secreto regala sus copas frondosas, sus fuentes y mayólicas que buscan replicar en Buenos Aires la fuerza de la tradición musulmana de la España medieval.

Una enredadera regala su espesura y sus formas caprichosas mientras trepa sin descanso abriéndose en nuevos brotes. Una imagen de la virgen y el niño pintados con pequeños mosaicos sobre una pared. Mayólicas de florales diseños, en otro sector del jardín, destacan luminosas en un dominante azul. Un aljibe y sus delicadas y expresivas formas . Y una delgada palmera que se alza con fuerza al cielo , desafiando sus propios límites y cuyas hojas se abren como una estrella verde en un marco de cielo, son algunas de las razones que hacen del Jardín Andaluz del Museo Fernández Blanco un espacio único en la Ciudad.
Este jardín ubicado en la calle Suipacha 1422, a pocos metros de Avenida del Libertador en el trajinado barrio de Retiro, ofrece un rinconcito para serenarse, un pequeño oasis para respirar paz y aire puro, para meditar y hacer un improvisado relax.
Según destacan los expertos, el jardín del antiguo Palacio Noel (1922) es una verdadera joya que Buenos Aires oculta sin demasiada dificultad. El valor se lo otorga el hecho de que su diseño neocolonial de inspiración árabe es casi único en su tipo en la Ciudad.
Un espacio pensado para contemplar la belleza natural
El diseño del jardín, lo mismo que el del Palacio, fue obra de Martín Noel, un arquitecto argentino, que obtuvo su título en París en 1914 y que, cautivado por el estilo neocolonial , fue su principal impulsor en estas tierras. Aquí fue, -explica Marcelo Hidalgo Sola- donde vivió, su residencia personal y también la de su hermano, Carlos Noel , quien fuera intendente porteño entre los años 1922 y 1927. En 1936 la vendieron al Estado Nacional, junto a una buena parte de su valiosa colección de arte. Un increíble acervo que incluía pinturas de Cuzco, muebles de la época virreinal ,piezas de cerámica española e imaginería popular. Todas ellas, verdaderas joyas que hicieron posible la fundación del Museo Colonial, luego llamado Isaac Fernández Blanco.
El jardín del museo conforma un gran espacio abierto con algunas áreas secas donde prevalecen los mosaicos, la fuente octogonal azul y otras áreas decoradas con abundantes y variadas plantas de diversas especies entre las que predominan las de carácter más tupido y frondoso -explican desde el Museo Isaac Fernández Blanco-. Su estilo se enmarca dentro del ecléctico, con un fuerte sesgo árabe, típico de las tierras andaluzas . Por ello, tanto el patio como la fuente que vemos aquí ,fueron revestidos con auténticas piezas de cerámica de Talavera de la Reina -Castilla, España-, y rodeados con árboles propios de la región como son los cítricos y los olivos.
El conjunto , que remite a los jardines de la España árabe, resalta la impronta morisca con los juegos de cerámica en tonos azulados y se completa con balcones de hierro cuyas vistas dan vistas al jardín . Según los entendidos, este espacio evoca a la perfección los jardines coloniales de Lima y por ello, es una perlita escondida y muy valiosa dentro de Buenos Aires.
Un auténtico modelo de jardín morisco
Existe otro detalle que colabora en gran medida a hacer de este jardín andaluz un espacio único en su tipo. A diferencia de los otros del mismo estilo que existen en la Ciudad, como es el caso del del Museo Larreta de Belgrano, el del museo Casa de Yrurtia y Casa de Ricardo Rojas y el de los bosques de Palermo, el del Fernández Blanco, cumple con otros requisitos esenciales de los modelos de tradición musulmana construidos en la España medieval, como es la presencia de los laberintos”, indican desde el Museo.
Es que, según cuentan los expertos, “en la mentalidad árabe los jardines son considerados la antítesis del desierto. Por eso, este tipo de lugares evocan a selvas vírgenes pero a escala reducida, mínima y son enmarcadas dentro de cuadrículas. Allí, las plantas deben crecer libres, abundantes y del modo más natural posible. En tanto, los laberintos son espacios angostos y rectos, pensados para una caminata solitaria o a lo sumo de a dos. Un espacio ideal para meditar y conversar con uno mismo con alguna visita rodeados de un marco natural , relajante e inspirador”.
El diseño del jardín del Palacio Noel, estuvo condicionado a las circunstancias, es decir , al espacio libre que quedó luego del diseño de la casa principal. El patio andaluz del Museo, indica su guía, “está determinado por el catastro de la propiedad formado por dos lotes unidos por herencia . En un lote se ubicó el edificio central o principal y el otro fue dedicado completamente para dar lugar al jardín en diversas secciones. El diseño va intercalando patios, con espacios de césped y árboles en desniveles muy marcados”.
Un detalle particular, es que los senderos originales eran de polvo de ladrillo -como en los de diseño neoclásico francés- en donde se pensaron, además de los árboles típicos de Andalucía como el olivo y los cítricos para embellecer el entorno, agregar otras especies americanas que dan al lugar un mix de influencias . Por ello, en el lugar se ven distribuidas frondosas araucarias, ombúes,jacarandaes, palos borrachos, jacarandás y otras especies que hacen de este lugar una experiencia única para visitar y disfrutar.