Arte urbano en el Barrio de Barracas

Un cielo impreso en las fachadas de Barracas


Marcelo Hidalgo Sola nos invita a un recorrido muy original por el Barrio de Barracas. En moto, visitamos una particular intervención de arte urbano que abarca la extensión de toda una calle con sus 40 fachadas. Un viaje a un cielo de diseño que, arte mediante , se abajó para cambiar la perspectiva cotidiana de los vecinos del barrio. 

Asomarse al barrio de Barracas es adentrarse a la historia misma de la ciudad de Buenos Aires. A este rincón orillero y un tanto marginal , Pedro de Mendoza le otorgó su primer y único nombre : “Barracas”. Un vocablo que empleó para designar con él, a las precarias viviendas que se levantaron en aquellos primeros tiempos de la historia de Buenos Aires.

Más tarde, la zona se fue poblando de galpones y barracas de almacenamiento y con ello, se posicionó como complemento imprescindible del ajetreado puerto del vecino barrio de La Boca. 

Sin embargo, cuesta imaginar hoy por su actual fisonomía obrera, que esta zona fuera la elegida por la clase alta como lugar privilegiado para vivir. Estos contornos fueron habitados por las familias más ricas del país a lo largo de todo el siglo XIX y en las avenidas principales había hermosas mansiones, palacetes y casas quintas brillaron con todo el esplendor propio de una época. 

Con la llegada de la epidemia de fiebre amarilla , los acaudalados propietarios abandonaron sus palacios para refugiarse en el norte de la ciudad y con el tiempo, el perfil dorado dio paso a una grey de humildes trabajadores e inmigrantes que le otorgaron su actual colorido ,fisonomía y personalidad obrera. En su calles se mezclaron italianos, polacos y españoles en los primeros años del siglo XX .Y hacia 1920, se asentaron también numeroso judios llegados de las lejanas Damasco y Alepo. 

Barracas hoy

En la actualidad,-explica el guía Marcelo Hidalgo Sola- en las orillas del siglo XXI, circular en moto por este barrio es quizás, un tanto monótono ya que los perfiles de las casas se repiten en una acompasada y austera monotonía . Pero,en este paisaje se destaca la calle Lanín. Un lugar en donde el arte y el color se lucen al aire libre e invitan a soñar con la novedad y la ruptura.

La calle Lanín es toda una rareza que logró transformar la lógica urbana, justamente sacándole lógica, y poniendo en su lugar una cuota de arte e innovación . La calle Lanín es una cuota de oxígeno fresco en medio de un paisajecongestionado de tránsito y estrés. 

La calle Lanín, es un espacio que relaja el cuerpo y la vista ya que ofrece un panorama de cielo. Aquí, el entendimiento vecinal se traduce en 40 fachadas de casas coloreadas de común acuerdo con la sola intención de proporcionar un poco de arte a la visual de los transeúntes y hacer de una calle una fiesta para los sentidos.

Así, espléndida, se luce esta muestra de arte a cielo abierto desde principios de este siglo, en esta callecita escondida que corre pegada a las líneas del ferrocarril. Lo que vemos a lo largo del recorrido, es un conjunto de obras artísticas enmarcadas por molduras metálicas que redondean el concepto de una instalación llamada “Huellas del Aire”, que representa fragmentos de cielo que se captan con pequeños espejos articulando en conjunto una extraña fantasía de paraíso terrenal.

Arte del siglo XXI

El proyecto se lanzó en 2001 y se hizo una gran fiesta en plena calle, según cuentan los vecinos que mostraron gran entusiasmo con la iniciativa de ver las fachadas de sus casas devenidas parte de una gran obra de arte. Un poco más tarde, en 2005 se terminó el gran mosaico veneciano que dio unidad artística al diseño en todas las fachadas de las casas. Las intervenciones y detalles en cada casa fueron estratégicamente pensadas por Mariano Santa María, vecino y artista plástico. Él fue el ideólogo de esta gran genta cuya motivación era tan sólo despertar ‘arte’ en los vecinos y que pudiera ser un barrio con una nota disruptiva y no tan solo una zona gris y fabril de Buenos Aires.

La calle Lanín es una larga calle curva que tiene tres cuadras y va desde Suárez hasta Brandsen. Es posible que la singularidad plástica que presenta hoy, resista el paso del tiempo porque está en un lugar intransitable, donde nada más que el traqueteo del tren interrumpe el silencio monástico del lugar . El autor del proyecto Santa María,contó que su idea “no es convertir la calle Lanín en un museo al aire libre ni hacer peatonal la calle como Caminito. Lo que se buscó es no pierda el ritmo que tiene hoy día y el arte conviva realmente con la vida cotidiana de los vecinos. El arte público no tiene que tener funcionalidad, sino poder acercar lo bello a la gente común, tal vez a aquella que nunca visitará un museo” finalizó el artista acerca de esta obra que invita a la alegría y a celebrar el arte en lo cotidiano. 

 

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