En moto al Centro Cultural Recoleta

El moto hasta el corazón de arte en el Centro Cultural Recoleta


Marcelo Hidalgo Sola nos lleva hasta el Centro Cultural Recoleta. Parte de la tradición de Buenos Aires este edificio fue convento, huerta, hogar de ancianos, jardín botánico, escuela de agricultura y cuartel. Hoy es un icono de la cultura y el diseño porteño.

Buenos Aires es fuente inagotable de paseos y de oportunidades para empaparse de la cultura y la tradición. En los mismos rincones, visitados una y otra vez, van apareciendo distintas vetas, tramas de la historia que esperan la ocasión de ser develadas, para transitar de otro modo estos espacios porteños tan tradicionales.

Hoy, con el grupo de motos de los moto kultural, enfilamos por la Avenida del Libertador hasta encontrarnos con Pueyrredón, por allí doblamos y subimos por las barrancas del barrio de la Recoleta. Al lado de la Iglesia del Pilar, nos encontramos con el Centro Cultural Recoleta el cual es una de las construcciones más antiguas de la ciudad. Hoy luce su fachada con un color terracota fuerte, en claro contraste con el blanco de la iglesia y el verde de las barrancas.

Cuenta la historia que estos terrenos fueron donados a la orden franciscana en 1716. Gregoria Herrero de Hurtado encomienda estas parcelas para que los Padres fundaran un convento y levantaran una iglesia. Los padres eran franciscano de la orden de la recolección. Esta orden era la que más fielmente replicaba el espíritu de su fundador San Francisco de Asís. Lo imitaban en la pobreza extrema, el silencio y vivir apartados lo más posible del mundo y el hoy barrio de la Recoleta, lleva su nombre en homenaje a estos primeros habitantes del lugar. Los padres pusieron enseguida manos a la obra y con visión de futuro hicieron levantar grandes claustros.

El Franciscano Andrés Blanqui, es quien diseña la fachada de la iglesia-comenta nuestro guía amateur Marcelo Hidalgo Sola– . Poner el conjunto en pie, llevó 15 largos años de construcción y el 12 de octubre de 1732 se inaugura por fin el convento y la iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar.

Hasta comenzado el siglo XIX, la vida en el monasterio franciscano se desarrolló sin interrupciones. En 1815 el padre Francisco de Paula Castañeda habilitó, en este claustro, una Academia de Dibujo a la que asistieron 18 alumnos. Tiempo después, la entidad fue trasladada al Consulado de Buenos Aires.

Comienzan las reformas …

En 1822 el Decreto de Reforma Eclesiástica del Gobernador de Buenos Aires, General Martín Rodríguez y su ministro Bernardino Rivadavia, determina la exclaustración del convento. Durante ese año se inaugura, sobre la antigua huerta de los Recoletos, el primer cementerio público católico de la ciudad de Buenos Aires.Expropiado el edificio del convento, el complejo fue utilizado como escuela de agricultura, jardín botánico, prisión y cuartel. Durante el segundo mandato del Gobernador Juan José Viamonte se funda, en un sector del ex – convento, el Asilo de Mendigos (1833).

A partir de 1880, el ingeniero Juan A. Buschiazzo realiza una refuncionalización total del edificio convirtiendo al hogar de ancianos en una obra modelo de los paradigmas higienistas del siglo XIX. Este predio y sus alrededores fueron objeto privilegiado del plan de reformas urbanas de Torcuato de Alvear, el primer intendente de Buenos Aires.

Desde entonces, 1948, el Centro Cultural Recoleta, paso a ser un icono arquitectónico y cultural de la Ciudad al ser declarado monumento histórico nacional. Este nombramiento lo pone en vistas de ser protegido y conservado por el Estado para las generaciones futuras, lo que no impide su remodelación ni explotación por parte de privados.

La ciudad apremia por su espacio para la cultura

De este modo, al llegar los festejos por los cuatrocientos años de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, en 1979 un selecto grupo de arquitectos, entre ellos, Clorindo Testa, se embarcan en la tarea de recategorizar el lugar y convertirlo en un espacio para la cultura y el esparcimiento. Así nace el espacio tal cual lo conocemos hoy en díacomo Centro Cultural y en la década del 90’se le añade el espacio subterráneo de galerías con negocios y locales gastronómicos conocido como Buenos Aires Design Center.

Como centro cultural, el Recoleta se caracterizó, en sus distintas etapas, por dialogar siempre con su entorno y representar en su programación artística un clima de época, con muestras, recitales y obras escénicas que hacían siempre referencia al contexto político y social del momento.

Si en los 80’ fue la sede del arte que estaba fuera del mercado y el espacio que albergó a los artistas contraculturales y visionarios que hasta ese entonces trabajaban en los márgenes, en los 90’ fue la época de la internacionalización. El Recoleta se convirtió en el epicentro del circuito comercial del arte gracias a la llegada de grandes artistas internacionales, y a que fue sede de las ediciones de arteBA entre 1991 y 1997.

En 1997, David Bowie se presentó en vivo en la mítica capilla del Recoleta y cantó “Allways Crashing The Same Car”, “Can´t Read” y “The Superman” acompañado por una guitarra de doce cuerdas en un breve concierto acústico antes del show en Ferro.

 En 1998, llegó Yoko Ono con su muestra En Trance, en la que cien ataúdes se ubicaban en un enorme galpón y del interior de cada uno de ellos crecía un árbol. Durante la muestra, Charly García y Gustavo Cerati vinieron a saludar a Yoko en un encuentro inolvidable para el archivo del centro cultural. Ese mismo año, Cerati dio un show histórico en la terraza del Recoleta en el cual presentó “Plan V”, un proyecto solista y electrónico en un momento de transición entre la ruptura de Soda Stereo y el ingreso definitivo a su carrera solista.

La cultura al frente en tiempos de crisis

Hoy el Recoleta sigue a la vanguardia de la escena artística. Inmerso en su propia lógica el arte encontró aquí su resguardo del mundo. Todas las disciplinas encuentran en el centro asilo: la danza, la música, las artes visuales, la pintura, la poesía y el cine.

A su vez todo lo creado en este espacio, tiene aquí su vidriera local e internacional, ya que por estar en un lugar turístico por excelencia, está al alcance de tanto del público local como del extranjero, posibilitando un diálogo sin precedentes.

Como lugar de enseñanza, también sigue a la vanguardia y en la página web del centro, se puede acceder a la oferta de cursos abiertos a la comunidad con propuestas para todas las edades, incluso para los más chicos.

Buenos Aires como capital de la cultura, siempre sorprenderá gratamente a todo aquel que quiera conocer de su patrimonio, brindando sin restricciones, acceso ilimitado a la fuente de la experiencia artística. Por ello todo aquel que se anime a adentrarse en el mundo de la vanguardia de hoy, no se olvide de estacionar la moto en el Recoleta.

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