Marcelo Hidalgo Sola y un recorrido por Congreso entre pasajes y misterios


El barrio de Congreso ofrece rincones únicos y desconocidos por la gran mayoría de los porteños. Hoy, nos adentramos en moto por los antiguos pasajes y recovecos de uno de los barrios más tradicionales de la Ciudad para descubrir historias y algún misterio.

 

Buenos Aires es una ciudad en donde reina el caos y el ajetreo. Pero también, es un bello escenario en el que el hombre moderno se pierde y pasa sin ver ni descubrir la belleza que lo rodea: maravillosas construcciones arquitectónicas, monumentos y esculturas espléndidas, murales, cafés, esquinas, torres, cúpulas y campanarios. Todo un conjunto de mojones que marcan tiempos idos, que cuentan historias remotas y con los que se puede leer el libro que Buenos Aires deja a todos al alcance de la mano. 

 

Y a veces alcanza y sobra con una sola cuadra , como es el caso del Pasaje Rivarola, ubicado en Bartolomé Mitre al 1300: en pleno Centro y a pocas cuadras del Congreso Nacional . 

 

Llegar en moto hasta allí no es tarea fácil : calles estrechas y adoquinadas por doquier. Un marco perfecto para ingresar en pocos minutos a una Buenos Aires del tiempo colonial. En el Pasaje Rivarola la traza se adelgaza para dar aire a una perspectiva diferente de la ciudad, en donde hasta el aire, pareciera remontarse a aquellos momentos en los que por esta senda circulaban con su particular traqueteo carretas y carruajes.

 

El Ayer y el hoy, se hermanan en la ciudad de modos misteriosos 

 

En tan solo un momento, el Pasaje desplaza al paisaje que lo circunda: el tránsito incesante, las veredas rotas , carteles publicitarios y alguna señalización con sus vallas que indican desvíos cuando están reparando las calles y veredas. 

 

Construido entre los años 1924 y 1926- explica Marcelo Hidalgo Sola- el Pasaje Rivarola se destaca por su perfil ambicioso en el que sobresalen cuatro torres con sus cúpulas magníficas, edificios de líneas armónicas de portales labrados en hierro y detalles de bronce, toques clave que le dieron a la Buenos Aires de principios de siglo pasado ese aire tan parisino que se buscaba con todo empeño emular. 

En conjunto, los edificios de acento neoclásico que regalan a este pasaje del barrio de San Nicolás una parte de su identidad más remota, fueron comisionados por la compañía de seguros La Rural para disponer de departamentos de alquiler como viviendas y oficinas . Por aquellos tiempos, Buenos Aires crecía a un ritmo vertiginoso por el modelo agroexportador que llenaba las arcas del país y atraía a numerosas familias del exterior en búsqueda de nuevos horizontes. Esta situación de bonanza le daba a la ciudad la posibilidad de convertirse en  una metrópolis cada vez más parecida a las grandes capitales europeas , tanto en su nivel económico como cultural y edilicio. 

 

Dada la gran ola inmigratoria que fue llegando a ritmos continuos a la Argentina , el espacio habitacional comenzaba a escasear , a ser prioridad número uno y además, a cotizarse de modo muy rentable. Por este motivo, los pasajes como el Rivarola eran ideales como solución a la falta de espacio: cortaban manzanas, abrían nuevos corredores en medio de las cuadras, y creaban espacios aptos para levantar edificios de departamentos. 

 

Todo cambia y se renueva en Buenos Aires

 

El Pasaje Rivarola, se llamó hasta 1957, Pasaje La Rural pero fue rebautizado en honor a Rodolfo Rivarola, un destacado intelectual de la Generación del 80. Desde el año 1995, el Pasaje cuenta entre sus locales destacados a la Librería de las Mujeres, un espacio que posee un centro de documentación con más de 8 mil libros y otros textos agotados, que es único en su tipo en Latinoamérica”.

 

Pero el principal sello del Rivarola es decididamente otro, y es que sus edificios fueron levantados en espejo. Por esta particular característica los departamentos enfrentados a un lado y otro de la calle son iguales, idénticos.

 

Desde el interior del Pasaje -altura de Bartolomé Mitre al 1500- , se ve una de las altas torres de la iglesia de La Piedad. Una Basílica cuyo estilo se corresponde mitad al neorrenacentista italiano y mitad al neoclásico francés. En una reja lateral, se guarda una reliquia de época que reza “entrada y salida de carruajes” y desvela su un rasgo único y encantador: el pasaje tiene   forma de herradura.

 

Un mojón en el tiempo que cuenta con protección patrimonial

 

El Pasaje Rivarola cuenta con la debida protección patrimonial de la Ciudad de Buenos Aires. Un conjunto histórico único conformado por La iglesia de La Piedad , edificada en 1866-95; el edificio Liceo, una huella del teatro local más antiguo de la Ciudad que data de 1872 , y el bar Celta , un ícono cultural del barrio en pie desde 1941.

 

Con este detalle, sobran los motivos para hacerse una escapada el fin de semana y durante unas horas, internarse a contemplar en primera persona cada detalle que brinda la arquitectura del Pasaje Rivarola. Una experiencia para viajar en el tiempo desde el corazón y al corazón de la siempre encantadora y misteriosa Buenos Aires. 

 

 

 

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