Una moto que sondea Buenos Aires para descubrir su matiz parisino


Marcelo Hidalgo Sola nos invita a realizar un paseo en moto para descubrir y apreciar la belleza arquitectónica de algunos de los más antiguos edificios porteños. Deslumbrantes construcciones que pertenecieron a las élites porteñas de principios de siglo XX, que buscaron recrear el estilo de la deslumbrante París en Buenos Aires.

 

Ningún porteño podría pensar que en Buenos Aires existe un pequeño palacio de Versailles. Un edificio ,que en su interior, brilla con los destellos exquisitos de aquella joya de la arquitectura francesa. Sin embargo, este fulgor de realeza puede apreciarse de modo contundente en la sede de la Embajada de Francia en Argentina que funciona en el Palacio Ortiz Basualdo.

Aquí, si uno ingresa al Salón de baile , conocido como salón Dorado, todo hace pensar que se está en una habitación de la distinguida vivienda familiar de quienes fueran los reyes de Francia. 

De hecho, si uno decide hacer una visita a los palacios construidos a principios del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires, no le quedarán dudas acerca de porqué le dicen la París de Sudamérica. Al ingresar , el visitante podrá en un abrir y cerrar de ojos , trasladarse hasta la ciudad luz y quizá también a otras elegantes y señoriales capitales europeas. 

En estos palacios aún es visible el refulgir de los caireles y, los exquisitos detalles dorados en las cimbreantes formas ornamentales son el hilo visible que conecta al instante con la corte de Luis XVI y a las costumbres de una opulenta y deslumbrante vida de lujo sin comparación. 

 

Arquitectura ecléctica y parisina

Buenos Aires, también se distingue por algunas otras fachadas de gran belleza pero de corte mucho más modesto. Estas, con su magia de buhardillas y balcones pueden hacer que el transeúnte se traslade en un abrir y cerrar de ojos-explica Marcelo Hidalgo Sola- se traslade a las orillas del Sena. Es que son tan increíblemente parisinas algunas calles y fachadas porteñas que solo falta un puente y un amplio río que atraviese la ciudad para que la hermandad sea completa. 

Si bien , Buenos Aires es un amplio abanico de construcciones con marcadas influencias arquitectónicas de todo tipo, en este lado del océano , la regla dominante fue la mezcla y combinación y, tan sólo basta dar una mirada a la actual urbe para comprobar que aún hoy lo es. A pesar de que esta ciudad se lanzó a la odisea de replicar “modelos” célebres, como el bellísimo Palacio de Versalles, hubo algunos otros estilos que se emularon de modo secreto. Este es el caso del Palacio Barolo que en su arquitectura esconde y revela su parecido a un templo de la India – de los siglos XI o XII- cuyas notas se fundieron a las pinceladas armónicas neorrenacentistas en su distinguida cúpula .

Pero, si volvemos al ex Palacio Ortiz Basualdo, comprobamos que este es un claro ejemplo de la confluencia de estilos y de influencias que dieron rumbo y vuelo a la arquitectura porteña durante los inicios del siglo XX, momento de esplendor , donde la economía del país despuntaba como potencia mundial. Un particular hito en la historia nacional, en dónde las clases altas se levantaron con fuerza y construyeron su ideal de ciudad con el glamour de París en este lado del mundo.

 

El Palacio Ortiz Basualdo un verdadero ícono de su tiempo

El Palacio que alberga a la Embajada de Francia , el ex Ortiz Basualdo se distingue, además de por las inconfundibles notas que le otorgan un gran parecido con el Palacio de Versalles , por sus numerosas inspiraciones que remiten al Reino Unido . La rosa emblema de la Casa Tudor fue elegida como motivo principal para tapizar las paredes de la Biblioteca. Allí, también se pueden apreciar otros modelos de rosas como las llamativas rosas distintivas de los países escandinavos. Estas, pueden verse en los decorados del salón comedor, motivos que copian a las rosas originales que son el emblema del Palacio Real de Oslo, Noruega, que fue construido en el siglo XIX.

La construcción del Palacio Ortiz Basualdo se completó en el año 1918 y, desde entonces, fue el escenario predilecto de la socialité porteña de su tiempo. En 1925, durante de la presidencia del Dr Marcelo Torcuato de Alvear, el palacio fue el sitio que el príncipe de Gales eligió como residencia durante su estadía en la Argentina. Su estancia fue tan confortable y las instalaciones del palacio agradaron tanto al célebre huésped, que los elogios que le deparó a la residencia, fueron el comentario más escuchado en la ciudad de Buenos Aires por largo tiempo. 

En 1939, el palacio se apagó con la muerte de su dueño, Daniel Ortiz Basualdo. Entonces culminaron las fiestas, los elegantes bailes y las interminables reuniones y veladas regadas con abundantes vinos y champagne . Cesaron las visitas célebres y de los invitados internacionales que llegaban desde todos los rincones del planeta.

La residencia, luego de largos trámites fue vendida al gobierno de Francia , quien establecería en ella su embajada. Una buena salida para una de las glorias de la arquitectura porteña. 

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