Después de la escala en Ciudad Bolivar, continuamos viaje hacia Puerto Ayacucho, siempre bordeando la costa sur del Rio Orinoco, y siempre por el Estado Bolivar.  La carretera era asfaltada, no muy buen estado, pero se dejaba andar. Tuvimos que atravesar un río en chalana, ya que no tenía puente.   Al atardecer, llegamos a Caicara del Orinoco, donde hicimos noche en algún hotel que conseguimos.

Travesía hacia Puerto Ayacucho

Al día siguiente, la primera tarea, fue averiguar si desde Puerto Paez (Apure) a San Fernando del Apure (Capital del Estado), había carretera, y en todas las dependencias que preguntamos, nos decían que no, que para llegar a San Fernando, había que tomar una chalana desde ahí mismo, Caicara, remontando el rio Apure.  Estas son las tierras del personaje Doña Bárbara, libro de Rómulo Gallegos.  Partimos hacia Puerto Ayacucho, con la idea que debíamos volver a Caicara.  Al mediodía, paramos en un lugar llamado Pozo Azul, un rio de lecho arenoso, cristalino, muy poco profundo, donde nos remojamos para quitarnos el calor, y comer.  En el ínterin, llega una camioneta.  Nosotros bastante preocupados, ya que en la zona había las llamadas guerrillas colombianas, pero resultó ser un señor, el cual nos ofreció de su comida, y hablando, le mostramos nuestra inquietud que debíamos volver a Caicara para poder tomar la chalana hacia San Fernando. El hombre se ríe, y nos dice, muy divertido, que él estaba viniendo de allá mismo, vía Puerto Paez – Puerto Ayacucho.  Le preguntamos qué tal la ruta, y nos dice que es una trilla (huella), pero que no hay perdida, debemos seguir siempre la trilla más trillada, y subir a 4 chalanas.  Con esa información, ya nos sentíamos más que satisfechos.  Al rato nos despedimos, y seguimos hacia Puerto Ayacucho, donde nos alojamos en una especie de hotel.

Al día siguiente, damos una vuelta por la zona, y terminamos en la visita obligada, que es el tobogán de la selva.  Es una caída de agua por unas piedras tipo laja, que con el agua y el calor forman como un moho, y uno sube y se lanza por las piedras resbalando hasta caer a un pozo de agua que se forma antes de continuar el rio su camino hacia el Orinoco.  Cerveza va cerveza viene, nos tiramos mil veces, y el asunto, es que al día siguiente no nos podíamos casi ni sentar… claro, es piedra, y no justamente lisa como un mármol de mesada.  Pero bueno, felices.

Vuelta al ruedo

A la mañana siguiente, ya preparados para salir, acomodamos como podemos la cola en el asiento, y partimos hacia la próxima chalana, a pocos kilómetros de ahí, que nos va a cruzar el Orinoco hasta Puerto Paez, Estado Apure .