Ignacio Sáenz Valiente, aficionado de los recorridos en moto y guía amateur, nos lleva a descubrir historias y escenarios de Buenos Aires.
Caballito es un barrio coqueto y distinguido. Durante la semana sus calles y avenidas son un hervidero de gente , autos, buses…. Sin embargo , tiene rincones que merecen ser descubiertos. Con la calma que aporta el fin de semana, en moto o en bici, con un planito en mano estamos listos para la aventura.
Nuestro guía experto se sube a su dos ruedas , da arranque y deja que empiece la aventura. El sol , el aire en la cara, la sensación de libertad, hacen que el paseo en moto sea un buen antídoto anti-estrés, y una invitación a aprender cosas interesantes , parte de nuestra historia como ciudadanos de esta bonita capital sudamericana, que ciertamente es prácticamente desconocida para sus mismos habitantes.
La moto y la veleta de Caballito
Una figura de hierro que hoy se encuentra perdida en una plazoleta, fue la que dio nombre al barrio porteño de Caballito. Originalmente se encontraba en la terraza de una pulpería ubicada a pocas cuadra de ahí, pero la modernidad, las sucesivas mudanzas y el paso del tiempo , dice Ignacio Sáenz Valiente , hicieron que muy pocos supieran del destino final de éste ícono de lata.
En 1821, un inmigrante genovés llamado Nicolás Vila compró la manzana comprendida entre las calles Juan Bautista Alberdi, Rivadavia, Emilio Mitre y Víctor Martínez. Allí levantó una casa de cuatro ambientes, uno de ellos reservado a la pulpería, tal como se le decía a los bares en esos tiempos.
En aquellos tiempos los paisanos pasaban su tiempo matando penas y nostalgias del alma en las pulperías. Había de todo, trabajadores con ganas de emborracharse para olvidar las penurias de los trabajos rudos, otros, más calmos pero aplacando las ansias respecto de lo que sus sueños de hacer la América le habían prometido : Juegos de cartas, apuestas, riñas de gallo, todo ello en el escenario que proponía la pulpería. La vida era bastante dura, la diversión a mano , escasa. Los tugurios pulperos fueron antros de perdición y desahogo y también espacios de encuentro y romance.
La popular canción “La Pulpera de Santa Lucía”, ícono de nuestro folklore, muestra una cara más dulce de esos tiempos. La del amor en los tiempos de la inmigración. El sabor agridulce de todo lo que se dejó atrás , la añoranza, explica Ignacio Sáenz Valiente, se terminaba de desahogar en la pulpería. Sin embargo , las pulperas despertaban a veces pasiones y las más prósperas se arraigaban en la nueva patria, donde poco a poco iban naciendo los hijos y se iba olvidando el mar , el azul implacable del mediterráneo…
Hoy como sabemos, para matar la nostalgia tenemos más recursos. Nuestro guía sugiere alistar una moto y salir a la aventura, sea donde sea: por el barrio, por el país , por Latinoamérica. Las propuestas para realizar circuitos en moto son una aventura completa y vastísima. Además todo viaje en moto puede tener la variante de ser realizado en compañía o en soledad también, según la disposición de ánimo en que nos encontremos. Si este proceso lo hacemos con la actitud adecuada, sea paseando por un barrio porteño o por el continente, será una experiencia a atesorar de por vida. Las sorpresas en el camino, momentos únicos en donde el paisaje nos llevará a tocar el cielo con las manos, los amigos del camino y hasta esos percances y demoras que propiciaron esos encuentros maravillosos, serán un condimento que sazonará nuestros recorridos y la vida misma.
La moto tiene el encanto de la libertad , de una soledad que es compañía de algo más y recorriendo las calles de Caballito se siente. Se huele a historia, a compañía de ancestros.
La moto en el local de don Nicola.
Retomando el hilo, decíamos que nos estacionamos en Rojas 130 ( y las vías). A la altura del subte línea A, estación Primera Junta. El genovés Nicola Vila se hizo de una manzana y construyó su casa y la pulpería. En la entrada del local, como señalamiento, puso un mástil de navío rematado con la figura de un caballo. El frente del negocio daba al Camino Real, lo que actualmente es la calle Rivadavia, y la pulpería- bien ubicada como estaba en un lugar geográfico y estratégico-no tardó en hacerse famosa como “la pulpería del caballito”. Muy pronto el comercio del italiano se convirtió en referencia ineludible, tanto que hacia 1858 a la estación del Ferrocarril Oeste se la llamó “Caballito”, nombre que atravesó los siglos y las arbitrariedades inmobiliarias.
A don Nicola lo mataron en un intento de robo, y fue su hijo quien continuó con su legado comercial hasta que la esquina fue loteada, ¿Y el caballito? Hubo una réplica en la Plaza de Primera Junta, obra que fue encargada por el Club de Leones de la zona y de la que queda hoy una chapa recordatoria. Pero desde 2009 el pequeño símbolo está en un renovado espacio verde pegado a las vías: la actual Plaza Caballito.
Muchos de los historiadores de los barrios porteños, han invertido muchísimo tiempo y plata en investigar el paradero de la veleta original. Se sabía que yacía arrumbada en los sótanos de algún museo, pero no sabía en cual. Pero, la paciencia y la perseverancia dieron sus frutos. A 70 km de la ciudad de Buenos Aires, se encontró el tesoro. La veleta original fue hallada en Luján, en el Museo Colonial e Histórico . Muchos bregaron y bregan para que vuelva al barrio y sea expuesta en un lugar destacado, con el lucimiento que merece por tan particular misión que el destino le endilgó. Sin embargo, la veleta cabalgó y se aparcó allí, y al parecer no tiene intenciones de volver a sus pagos y darse gloria y honor como hito turístico porteño. Pero, esto también abre nuevas puertas para las personas con iniciativa, nuestro guía y amigo, propone nuevos paseos en moto para recorrer Luján y visitar al popular ícono, pero desde ya quedará el relato y la aventura para la próxima otra ocasión.