viaje en moto

De motos, gastronomía y molinos urbanos.


Marcelo Hidalgo Sola propone estacionar la moto frente a la Confitería del Molino, un ícono del art noveau porteño que abrió sus puertas al público y volvió a lucir como en sus mejores épocas.

Lo acontecido con la Confitería del Molino es una verdadera historia de resiliencia de una obra arquitectónica única, construida hace más de cien años, testigo privilegiada de grandes acontecimientos políticos y tesoro del art noveau porteño. Erigida a principios del siglo XX, se constituyó en ícono de la gala de la ciudad de Buenos Aires durante su propia Belle Époque y desde julio de 2022, ha reabiertosus puertas a los vecinos luego de veinte años de olvido y silencio.

La historia de la icónica confitería comienza a gestarse cuando los pasteleros italianos Constantino Rossi y Cayetano Brenna, le encargan su diseño y construcción al arquitecto ítalo-argentino Francisco Gianotti. Era el año 1917 cuando se inauguró como Confitería del Molino, nombreque le otorgaron sus dueños porque en la Plaza del Congreso que estaba ubicada frente a ella, funcionó el primer molino harinero de Buenos Aires.Este hecho configuró la historia del barrio y los lugareños guardaron su memoria en el nombre de la nueva confitería.

Una vez erigido, el edificio del Molino constó de cinco pisos, tres subsuelos y una cúpula con mirador. Para construir este valioso exponente del art noveau y vanguardia de la Belle Époque , Gianotti hizo traer todos los materiales de Italia: puertas, ventanas, mármoles , manijones de bronce, cerámicas, cristalería y más de 150 metros cuadrados de vitraux. El edificio tuvo una estructura de hormigón armado, un material novedoso para una época en la cual aún se construía con ladrillo.

Su fachada, que abraza la esquina, tiene un desarrollo simétrico y está revestida en piedra París. Lo que resalta y destaca sus formas-explica Marcelo Hidalgo Sola- es su fantasiosa ornamentación de influencia veneciana: mosaicos opalinos, capiteles de bronce y cerámicas de oro en la mansarda. Coronando el ático se lucían originariamente unas esculturas alegóricas que homenajeaban a las provincias argentinas.

El detalle que destaca notoriamente en la fachada son las aspas de un molino de fantasía y justo encima de él se puede apreciar la imponente cúpula en aguja, que fue cerrada con espectaculares vitrales art noveau multicolores.

De política,fama ,espectáculos y restauración

El primer cimbronazo que recibió ocurrió en 1930, durante el golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen. En medio de los enfrentamientos y el avasallamiento de los militares, la confitería fue incendiada y sus puertas obligadas a cerrar. La reconstrucción demandó un año de trabajo y recién abrió a fines de 1931. Brenna murió en 1938 y ahí el negocio cambió de manos en un par de ocasiones, ondulando siempre con los vaivenes económicos argentinos, hasta que en 1978 se produjo la quiebra. Los nietos de Brenna, con mucho esfuerzo, lograron reflotar el comercio.

En 1996, vivió un efímero esplendor cuando Madonna, que había venido a la Argentina a filmar Evita, la eligió como set de filmación para el video de su canción Love Don’t Live Here Anymore. Pero eso no pudo evitar el preanunciado desenlace: a comienzos de 1997, la Confitería del Molino cerró sus puertas. Durante años se mantuvo abandonada a la vista de todos. Hubo diversos proyectos para tratar de rescatarla hasta que en 2014 la Cámara de Diputados aprobó y convirtió en ley (N° 27009) el proyecto de expropiación del inmueble que quedó bajo el control del Congreso.

Cuatro años más tarde comenzaron los trabajos de restauración, un esfuerzo conjunto entre varios especialistas y profesionales que contempla la dimensión material e inmaterial del edificio declarado Monumento Histórico Nacional. 

La ministra de Espacio Público e Higiene Urbana, Clara Muzzio , dijo al respecto de las obras : “La Confitería del Molino es uno de los tantos edificios históricos que tiene la Ciudad y que constituyen su patrimonio arquitectónico y cultural. Fue muy motivador trabajar conservando su imagen y espíritu original con el fin de destacar cada uno de los detalles que lo convierten en una verdadera joya de la arquitectura porteña”

En un comunicado oficial, el equipo de restauración informó los pasos cumplimentados a lo largo del desarrollo de las obras y destacaron que trabajaron arduamente para conservar su imagen y espíritu original en pos de destacar su valor patrimonial. Para que el remodelado se ajustara lo más exactamente posible al diseño original, se trabajó con fotos históricas y tecnología de modelado en 3D, sobre todo, para la recuperación de los leones alados de la cúpula.

Desde este año se comenzaron a realizar visitas periódicas al edificio para que la comunidad pueda ver el avance del proyecto que, con el esfuerzo de trabajadoras y trabajadores del Congreso Nacional, pronto volverá a ser ese punto de encuentro para quienes quieran disfrutar de un café y de su emblemática pastelería. Por el momento, la apertura a los vecinos está orientada a modo de recorrido turístico e informativo acerca del valor cultural del edificio, y de cada uno de los pasos del recorrido que han llevado a su puesta a punto y reapertura definitiva.

Los vecinos disfrutan y se emocionan al contemplar los avances de la obra . La antigua confitería sigue en pie pese a todo. El edificio, por el que pasaron personalidades de la política y la cultura como Eva Perón, Marcelo Torcuato de Alvear, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, Oliverio Girondo, Niní Marshall y Roberto Arlt, se augura que mantendrá vivo el recuerdo de exquisiteces como el panettone de castañas, el imperial ruso o la copa melba. Hitos de la gastronomía que mantendrá vigentes la prestigiosa y renovada Confitería del Molino y que guardará para compartir con sus clientes, junto con aquellas historias y anécdotas de la historia nacional de la que ha sido testigo privilegiada a lo largo del tiempo.

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