Iglesia del Pilar

De motos, historias y reliquias en la Iglesia del Pilar


Marcelo Hidalgo Sola nos invita a conocer detalles históricos de una de las Iglesias más importantes de Buenos Aires: la basílica Nuestra Señora del Pilar, que guarda la historia de la etapa colonial de la ciudad y custodia reliquias de santos de un valor incalculable para la cristiandad.

La estampa de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar domina el escenario de Plaza Francia. De blanco inmaculado su perfil se asoma dejando ver de lejos sus torres esbeltas de diseño español. Sus campanas, aún activas y en perfecto estado de conservación, son las originales y coronan la fachada de corte colonial. La basílica del Pilar es el segundo templo más antiguo de la ciudad, el primero fue la iglesia de San Ignacio de Loyola, inaugurada sólo un par de años antes, en 1722. El entorno la hace única, y le permite lucirse como una verdadera joya de la urbanidad porteña. Por estar emplazada en uno de los polos turísticos más concurridos de Buenos Aires, pleno barrio de la Recoleta y justo al lado del cementerio, la parroquia recibe miles de personas cada año.

Dedicarle un tiempo al recorrido que la Iglesia propone es adentrarse en los vericuetos mismos de la historia. Como si fuéramos de pronto sumergidos en el túnel del tiempo, el paseo nos lleva a visitar los claustros, en dónde habitaron los monjes recoletos, el patio del aljibe, el museo de piezas de arte y culto, y cada una de sus capillas de enorme valor arquitectónico y espiritual.

La Orden de la Recolección llegó al país para vivir como lo hizo su padre fundador San Francisco de Asís. Su objetivo fue retirarse de la zona urbana hacia las afueras para disponer el espíritu al sosiego y al silencio en un ámbito de pobreza extrema al modo del santo de Asís-explica Marcelo Hidalgo Sola. De San Francisco de Asís no hay reliquias en el Pilar pero en la iglesia hay un espacio sagrado que custodia un tesoro de la humanidad. El “altar de las reliquias” que pasa casi desapercibido a los ojos de los visitantes y fieles. Ubicado en el espacio lateral derecho apenas uno ingresa a la Basílica, allí podemos ver en relicarios de oscuras maderas, calaveras y otros huesos del esqueleto humano que se sabe pertenecieron a santos ilustres del cristianismo y son hoy venerados.

Un tesoro de la humanidad que está oculto

No hay detalles específicos que orienten acerca de qué santo se trata cada uno, pero estos tesoros son nada más ni nada menos que de San Pedro, el primer Papa, San José, el padre adoptivo de Jesús, Santa Ana y San Joaquín, Sus abuelos, de San Juan , el apóstol más querido y de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús , orden a la que pertenece el actual Papa Francisco. Las referencias que no aparecen escritas en ningún lado se presume que por la razón de resguardar y proteger su integridad y seguridad. Sin embargo hay dos de ellas que sí están bien identificadas y corresponden al Padre Pío de Petrelcina y a Carlo Acutis.

El Santo Padre Pio fue un sacerdote capuchino italiano de la orden franciscana que recibió los estigmas o las heridas de la crucifixión de Jesús, también tenía el don de la bilocación y de la lectura de las conciencias. Carlo Acutis, es un beato italiano, conocido como el ‘ciberapóstol’ por su gran tarea de difusión de los milagros eucarísticos y de las apariciones marianas.

Se sabe que alrededor del mundo existen numerosas reliquias, las hay en casi todas las iglesias , pero nunca en un solo sitio se han podido reunir personajes tan trascendentes en este sentido.

El altar fue construido en 1779 especialmente para albergar a estas joyas de la cristiandad que el rey Carlos III de España le obsequió al padre Francisco de Altolaguirre, el primer fraile recoleto nativo que visitó al monarca español. Hecho de madera policromada, con detalles de carey, bronce y estaño, el relicario contiene urnas, objetos litúrgicos y gran cantidad de imágenes de cera.

A un costado, sobre la reja que preserva la capilla, están expuestos los documentos que acreditan la procedencia de las reliquias, con el detalle incluso del registro de embarque que despachó el envío de España. Pero nada se dice de los santos, cuyos restos descansan en arcas. Las autoridades de la iglesia explican que fueron obtenidos del Archivo de Indias, organismo que tiene sede en Sevilla- creado por el rey en 1785 con el objetivo de centralizar toda la información referente a la administración de las colonias-y que allí se encuentra el listado completo del relicario. Los guías del lugar confirman el dato y aclaran que no es necesario hacer alarde del tesoro, para muchos que estén allí, descansando y bendiciendo a los fieles al ingresar, alcanza y sobra.

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