Fachada del Viejo Almacén, la Catedral del Tango de Buenos Aires

Marcelo Hidalgo Sola : de motos y un antiguo almacén porteño


Desde 1969, año de su inauguración, el Viejo Almacén es conocido como la ‘Catedral del Tango’. Un lugar único en dónde la historia y la trayectoria de grandes artistas han dejado una huella indeleble que lo distinguen hoy día como un espacio mítico dentro del circuito tanguero de Buenos Aires.

El Viejo Almacén sigue apostado donde lo hiciera siempre desde hace 54 años, en la mítica esquina de Balcarce y avenida Independencia del Bajo porteño. Con ello, ha demostrado que ha salido airoso de los embates del tiempo y que al igual que el Tango, se ha hecho a su propia manera, inmortal. 

La famosa e histórica tanguería nació como almacén en la época colonial. Su fachada se conserva intacta sobre los adoquines añosos, y su interior, a pesar de las remodelaciones que lo han convertido en ‘Casa del Tango’, conserva esa impronta y calidez de las construcciones de época. 

Su esquina, inconfundible, es de las más antiguas que tiene la Ciudad, con la característica que no presenta ochavas , ahí justo en el corazón de San Telmo. El Viejo Almacén ya va por los cincuenta y cuatro años de vigencia, pero su historia como tanguería, nació de la mano del cantante Edmundo Rivero, quien por sus actuaciones, hizo de este lugar todo un símbolo .

Un desfile de estrellas del tango y personajes ilustres

Sin embargo, por su escenario desfilaron otros de los más grandes, y desde allí regalaron sus interpretaciones artistas de la talla de Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Estela Raval y Mercedes Sosa. 

Las sillas de la tanguería, también podrían pasar a las filas de algún museo de historia . Por haber sido utilizadas por personajes ilustres, algunas de las 250 sillas del local podrían ser consideradas como reliquias para la posteridad -explica Marcelo Hidalgo Sola. Allí sentaron su galante humanidad distinguidísimos visitantes como ser el rey Juan Carlos de España, Mario Vargas Llosa y Rudolf Nureyev, entre tantos famosos que han visitado el lugar .

Esta ‘Catedral del Tango” de Buenos Aires, aguantó con estoicismo los embates turbulentos de los tiempos, por ejemplo, cuando las topadoras municipales en la época del brigadier Cacciatore le cercenaron unos 6 metros a su la fachada por obras de ampliación de la avenida Independencia, en junio del 79’. 

Cierre y reapertura de un espacio con fuerte impronta simbólica

La economía también le asestó un fuerte golpe, cuando los números dejaron de cerrar y Muni Rivero -hijo del cantante- tuvo que afrontar la quiebra inminente la noche del 30 de junio de 1993. Esa día, debían subir al escenario José Colángelo y Alberto Podestá, y la triste realidad financiera bajó el telón antes del comienzo del show.

La historia de su resurrección tuvo comienzo el 8 de mayo de 1994, cuando mil personas se autoconvocaron frente a las puertas cerradas del Viejo Almacén para celebrar los 25 años de trunca trayectoria y escuchar a Leopoldo Federico desgranar el rosario de una típicas canciones inmortales en un improvisado escenario. 

El acontecimiento ‘salvador’ ese día ubicó entre el público a Luis Veiga, fanático del tango y ex presidente del club de fútbol Argentinos Juniors, quien sintió que el lugar no podía permanecer cerrado y se abocó de lleno a su apertura y a devolverle su dignidad. Así volvió al circuito comercial un 25 de enero de 1996 y desde entonces , está abierto los 365 días del año. Renovado y ofreciendo cena shows de primer nivel, por su interior se escuchan y disfrutan las clásicas melodías tangueras, en sintonía con los pasos de baile de destacados intérpretes del género , hecho de cortes y quebradas.

La bohemia del tango en el corazón de San Telmo

En el exterior todo parece estar en consonancia con el tango: el farol y el adoquinado colonial, la noche que engalana una luna de película y los cientos de turistas que se bajan de las combis y esperan con entusiasmo el momento del ingreso al salón, en dónde podrán deleitarse de esa melodía que atrapa y encanta por igual al público local y a los turistas más exigentes .

Una vez en sus asientos, el público con martinis en mano, podrá disfrutar de uno de los tantos shows del destacado bandoneonista Julián Plaza , un plato fuerte de la casa y objeto de admiración instantánea de turistas suecos, japoneses y estadounidenses en una audiencia capaz de suspender los tragos para disfrutar de un tirón los melodiosos y melancólicos acordes .

La postal que ofrece el espectáculo es un digno retrato de la Buenos Aires del arrabal. La orquesta típica sobre el escenario, el público distribuido en semicírculo en sus mesas, un palco en lo alto con sus mesitas apenas iluminadas, y todos con la atención centrada en la pareja que ejecuta con destreza y pasión cada melodía. La gente pide temas como El Choclo, o Caminito -que hace llorar , se dice, a casi todos los japoneses- y otros clásicos imperdibles como Uno y El día que me quieras,y el cierre que culmina con el celebradísimo Adiós Nonino de Astor Piazzola. Los turistas españoles y latinoamericanos pedirán a los maestros en el bis, que toquen los tangos del gran Discépolo: y con Cambalache y Yira, yira vuelve a sonar el hechizo musical. La noche seguirá adelante, el Viejo Almacén cerrará sus puertas pero los visitantes quedarán tarareando su tango favorito por largo,larguísimo tiempo.

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