Marcelo Hidalgo Sola y una moto entre los leones de Plaza Holanda.


Se trata de dos majestuosas esculturas del francés Auguste Cain, que fueron adquiridas por el destacado pintor argentino Ernésto de la Cárcova. Hoy, estas copias lucen tan bellas en los Bosques de Palermo, como las originales que se encuentran del otro lado del Atlántico, en París

 

En la ciudad de Buenos Aires encontramos huellas que nos remiten a París en cada rincón. Destellos que celebran el gusto compartido aquí y allá, por particulares estilos arquitectónicos y obras escultóricas que despierten belleza, asombro, fuerza y naturaleza viva Todo ello junto, hoy, podemos encontrarlo en los Bosques de Palermo. Allí,en cercanías del Rosedal,en Plaza Holanda, se encuentran emplazadas dos esculturas diferentes de leones, labradas en bronce, obra del artista francés Auguste Cain.

Las esculturas, si uno se acerca, logran desplegar todo su potencial de efecto: son sublimes leones, imponentes, con una fuerza expresiva sideral que, a quien las contempla,despiertan la presencia real de estas magníficas fieras. Son dos esculturas de soberbio porte y gran tamaño, que, a pesar de ser verdaderas obras de arte, pasan inadvertidas para muchos transeúntes, que simplemente las pasan por alto o las miran sin ver.

Las obras llevan por nombre León con su caza y Leona con su cría, ambas son copias de las piezas originales del artista Cain, quien cobró fama en su Francia natal por su gran destreza y maestría en la ejecución de escenas naturales que incluyen en su composición, a modelos de animales de impactante verosimilitud con sus pares naturales. En su vasto repertorio se pueden apreciar las figuras de leones, rinocerontes,águilas, cocodrilos, y también animales domésticos como perros y patos. 

Las obras originales del León y Leona cuyas copias están emplazadas en Plaza Holanda, se pueden ver hoy – explica Marcelo Hidalgo Sola – en los jardines de Luxemburgo y en las Tullerías de París. La primera, El león de Nubia con su presa, muestra la fuerza de la ley natural al captar con dramático realismo una escena de caza en el dominio de la naturaleza, que es implacable y donde todo queda sometido a la ley del más fuerte . La segunda obra, muestra el lado más tierno del reino animal , y recrea una escena que muestra a una leona con su pequeña cría. En ella, la impronta de la naturaleza deja en evidencia el fuerte vínculo maternal que atraviesa con delicadeza a toda la creación.

 

Estas asombrosas réplicas de las esculturas de Auguste Cain que podemos disfrutar en la Ciudad de Buenos Aires, fueron adquiridas en 1906 por el destacado pintor Ernesto de la Cárcova, quien fuera el primer director de la Academia Nacional de Bellas Artes. Las piezas fueron dispuestas originalmente , en la entrada de la Rural, la feria de exposiciones y eventos ubicada a metros de Plaza Italia. Sin embargo, un edicto municipal de 1913 les dio sitio definitivo en la Plaza Holanda de los Bosques de Palermo.Ambas, están ubicadas a escasos metros de la bicisenda de Avenida del Libertador, y separadas la una de la otra por una distancia de 100 metros . 

El autor y su pasión por las formas de la naturaleza

El escultor Auguste Cain, nació el 10 de noviembre de 1821 en la ciudad Luz, París y falleció allí mismo el 25 de agosto de 1894 . Su arte, fue la escultura y su talento particular, la recreación de la naturaleza en lado más salvaje. Desde chico sintió fascinación por el dibujo y de a poco, se fue destacando en los bocetos de animales a los que dibujaba con magnífica precisión. Su legado por lo artístico fue heredado por sus dos hijos Georges Cain , pintor y escritor, y por Henrí Cain, quien abrazó el mismo camino que su hermano. 

La senda hacia el arte escultórico se definiría en la vida de Auguste Cain al conocer a otro escultor Pierre-Jules Mène,quien se convertiría en su suegro en 1852 . Pero, antes de definir su vocación como escultor, iniciaría una etapa de exposiciones y exploración artística que lo llevaría a mostrar su trabajo en el célebre Salón de París de 1846, donde presentó un conjunto escultórico realizado en cera titulado Curruca defendiendo su nido contra un loro, una obra que ha desaparecido, pero que fue reproducida más tarde por el autor, en nuevos modelos hechos en bronce . Tiempo después, la obra llega al salón de 1855 y durante 1840 -1860 también realiza diseños más pequeños, siempre con motivos de animales en piezas de candelabros, copas y cajas de cerillos. 

Auguste Cain también se especializa en la técnica de la fundición para luego aplicar el conocimiento adquirido en la realización de sus obras y las de su suegro, con quien comparte la pasión por la escultura y el trabajo. 

 

Obras para la realeza

 

Desde la década de 1860, cuando su fama como excelso escultor de animales se hubo afianzado en Francia, Cain comenzó a recibir pedidos oficiales. Entre estos ,se encuentran el encargo para la realización de grandes esculturas monumentales que todavía hoy pueden apreciarse en los más célebres y bellos jardines parisinos. 

Las obras más destacadas de Auguste Cain que pueden encontrarse en París, contienen los mismos motivos que lo hicieron famoso: los grandes animales carnívoros y sus presas o junto a sus crías ; la representación de escenas naturales , a veces sus figuras en lucha o luego de acontecida la caza. Pero también, se pueden ver que en sus modelos se destacan las figuras de perros representados en escenas domésticas y de caza.

Sin dudas, Buenos Aires celebra poder contar en sus espacios públicos con estas dos grandes obras de la escultura de todos los tiempos. Auguste Cain, un artista que en todos sus modelos, asombra y deleita con su gran capacidad para captar el detalle, la expresión y la pose justa, que en conjunto, dan como resultado la recreación de escenas de gran impacto realista.

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