Marcelo Hidalgo Sola

Marcelo Hidalgo Sola pasea en moto por la calles del Barrio Chino


Disfrutar de un paseo por el Barrio Chino es animarse a incursionar por los sabores, olores y paisajes de Asia. Un recorrido por restaurantes, dragones y objetos de la suerte tradicionales que despertarán el asombro y la curiosidad del visitante.

Al llegar al Barrio Chino en el Bajo Belgrano , uno puede casi al instante, transportarse con la imaginación al lejano país Oriental sin salir de los contornos de Ciudad de Buenos Aires. Tan sólo hay que cruzar el gran arco de dragones que da la bienvenida y recorrer con parsimonia la infinidad de negocios que venden todo lo que de China se puede encontrar en la ciudad. 

Aquí no basta el haber leído sobre la historia de cada monumento o detalle alegórico, hay que venir y hacer la experiencia del recorrido y sumergirse en un mar de nuevas sensaciones. Por ejemplo, hay que pasar por debajo del Arco de la entrada y sentir que uno ha sido ‘bautizado’ con el fuego de los dragones. Este gran arco mide 11 metros de alto y 8 de ancho y fue un regalo de la comunidad china al barrio. Se alza en la entrada de la calle peatonal del barrio desde 2009 y en su dos bases de apoyo relumbran los dos grandes dragones de piedra que dan la bienvenida a quien visite el lugar.

Según la tradición China que ahora replica su ancestral fuego en el cruce de las calles Arribeños y Juramento, los dragones están destinados por los dioses a brindar protección y seguridad a quienes se encomienden a su cuidado. Los entendidos, como el comerciante y vecino del barrio Carlos Yi Lin, nos advertirá que para una acertada veneración , a los dragones no se les debe tocar las garras. Sin embargo- cuenta Marcelo Hidalgo Sola- resistir este impulso casi instintivo es todo un desafío. Pero bien vale no contradecir a un dragón. Según Yi Lin, este gesto no es necesario para conjurar la buena suerte ya que “los dioses responden siempre según las intenciones de un buen corazón” , afirma con convicción.

El barrio de la infancia 

Carlos Yi Lin, es un comerciante hijo de inmigrantes que aprendió de sus padres el secreto que esconden los dragones. “ La verdadera tradición indica que los dragones esconden en su boca una esfera que es símbolo de la perfecta sabiduría” Lin, resulta un guía sorprendente, un verdadero puente entre cultural. Además, cuenta que de pequeño venía con su madre al Barrio Chino a hacer las compras. “En este lugar, mi madre tenía la oportunidad de adquirir las salsas y especias características de la gastronomía china y, al mismo tiempo, experimentar una conexión emocional con sus orígenes y sentirse como en su país natal, interactuando y conversando con las personas” señala. 

En aquel entonces sólo había algunos negocios, unos pocos restaurantes y alguna casa de Té oriental y las calles, no eran la colorida peatonal que hoy forma la columna vertebral del barrio. Los recuerdos más vívidos que a Carlos le vienen a la mente de aquellos anios, son las visitas al templo budista Tzong Kuan (1988), donde cada año se realiza la ceremonia de Vesak o el baño de Buda “histórico”, con el que conmemora cada mes de mayo su nacimiento. Hoy, esa misma ceremonia es recreada en la puerta del Templo , dónde una gran fuente con cascada automática es dispuesta en medio de la peatonal y cada transeúnte puede si lo desea , hacer un breve alto y bañar a un Buda bebé apostado en el centro de la fuente.

El Barrio Chino es un barrio aún jóven . Surgió de modo espontáneo con comerciantes de varias comunidades orientales, no sólo de la comunidad china , allá por la década de los 80 ‘.En este lugar, florecieron locales de japoneses y taiwaneses sin embargo , la comunidad china fue cobrando relevancia con el tiempo. “Poco a poco , desde sus orígenes, estas pocas cuadras se fueron convirtiendo en un polo turístico por su gran oferta de negocios y restaurantes típicos por su cocina tradicional ”, comenta Carlos Yi Lin. 

Un barrio en donde se puede comprar de todo

La oferta para los buscadores de sortijas es muy tentadora a lo largo de la peatonal. En la multitud de locales uno puede encontrar de todo: ropa multicolor, adornos para el hogar, macetas con suculentas artificiales ,sombrillas para el sol, zoquetes , anteojos y amuletos con formas de animales mitológicos . Si uno busca amuletos asiáticos tradicionales la gama llega al infinito: fuentes, budas, gatitos de la suerte, bambúes, elefantes de tela y mariposas bordadas con detalles dorados y rojos. “Dorado y rojo son colores clave del simbolismo chino -cuenta Lin-. El dorado representa la riqueza y el poder, y el rojo fue usado durante muchos siglos con el fin de espantar a los espíritus del mal que estuvieran merodeando alrededor de los hogares” 

El guía Lin asegura que para que la visita al Barrio Chino esté completa , el broche de oro consiste en comprar alguna comida al paso y disfrutarla a la sombra de algún árbol. En ellos se pueden encontrar los tradicionales arrolladitos primavera o las típicas orejas de cerdo para disfrutar a modo de cierre, con un buen refresco en algunos los bancos pegados al gran arco de la entrada y sus dragones.

 

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