Marcelo Hidalgo Sola

Marcelo Hidalgo Sola rinde en moto, un homenaje al Gral. San Martín


Un especial recorrido urbano en moto, nos invita a recorrer la historia de una de las plazas más importantes de la ciudad: por su historia, por su monumento homenaje al Libertador San Martín; y por su aporte en belleza, sosiego y cultura a la ciudad de Buenos Aires.

Era la plaza predilecta de Borges. Cada tarde, el hombre, escritor y poeta, caminaba en silencio desde su departamento ubicado sobre la calle Maipú, las pocas cuadras que lo separaban de ella. Allí en su banco favorito, se sentaba a contemplar el atardecer, entre el viento amable de los jacarandás y de los tilos. Borges creía en los regalos sencillos y profundos que la vida le traía todos los días, y antes de perder la luz de sus ojos, iba en busca de ellos, con decisión de sabio. El atardecer en la Plaza San Martín fue uno de sus más queridos paseos, allí las bocanadas de aire fresco le hacían olvidar por un instante la cercanía de la jungla de cemento, de edificios altos de hormigón y piedra que le hacían difícil la conexión con la poesía pura y la alegría de la naturaleza que, libre en el espacio de la Plaza San Martín le, abría horizontes nuevos y lejanos para soñar poesía e historias universales.

Lo único que empañaba su estarse a gusto allí, en el banco de la plaza, entre las gentes, el sol y los árboles era el gran monumento al General San Martín. Su porte de grandes dimensiones, la fría piedra y el bronce estatuario, le congelaban un poco la sangre y el fervor patrio por la dureza expresiva del conjunto.

La historia cuenta que la idea de realizar un monumento conmemorativo al General San Martín surgió primero -explica Marcelo Hidalgo Sola- en el interior de la sociedad chilena. Fue, en realidad, una iniciativa de Benjamín Vicuña Mackenna, destacado político, escritor e historiador de aquel país. Él mismo, se puso al frente de la iniciativa y conformó una comisión para llevar adelante la compleja tarea. El elegido para darle vida a la silueta esbelta del Gral. San Martín y su caballo, fue el escultor francés Louis Joseph Daumas (1801-1887). Un artista cuya especialización eran las estatuas ecuestres y que ya había realizado muchas obras del estilo en varias ciudades europeas. La elección del modelo iconográfico que se eligió imitaba la estatua ecuestre de Luis XIV realizada por François Joseph Bosio en 1822, y que hoy puede apreciarse en la Place des Victoires en París. La escultura, una vez finalizada, arribó a Chile a principios de 1861, y se inauguró de modo solemne al coincidir con la conmemoración del 45º aniversario de la batalla de Maipú el 5 de abril de 1863.

De motos e iniciativas porteñas para homenajear a San Martín

Mientras tanto, en Buenos Aires, por la misma época, también se discutían varias iniciativas para realizar un monumento que homenajeara la figura del Gral. San Martín.

Unos años antes, en 1859, la Municipalidad de Buenos Aires –enterada de la iniciativa chilena–, decidió que nuestro país no podía dejar de organizar un homenaje a uno de los héroes máximos de la independencia americana, y encomendó a una comisión de vecinos del barrio del Retiro, la tarea de resolver dónde se emplazaría el monumento y contratar al escultor. La comisión decidió convocar al mismo Daumas para que hiciera una réplica de la estatua que fue destinada a Chile, pero con dos modificaciones sustanciales: la cola del caballo no apoyaba en el plinto y que San Martín no fuera representado con la bandera, sino indicando el camino a sus soldados, como lo había pintado Théodore Géricault en su retrato litográfico de 1819.

Al mismo tiempo se comenzaron a esbozar las iniciativas para su emplazamiento. Pero el terreno de la Plaza San Martín resultó muy irregular, y planteó varios desafíos a la obra conjunta. Para hacer firme el terreno y apto para soportar las dimensiones de la estructura del monumento, los ingenieros decidieron nivelar la superficie hacia arriba. Para ello diseñaron la construcción de nueves distinguidas escalinatas de mármol que además de embellecer el contorno, servirían de acceso al monumento. 

Las obras se demoraron y así llegó el año 1861 y esta “hermosa plaza destinada al paseo” no estaba aún terminada. En el ínterin, los fondos se habían agotado y hubo que recaudar más. Finalmente, luego de muchas peripecias burocráticas y organizativas, el grupo ecuestre llegó a Buenos Aires desarmado el 13 de abril de 1862. Luego de tres meses de arduo trabajo, finalizado el exitoso emplazamiento y embellecimiento general de la Plaza, el 13 de julio se realizó la inauguración. La ceremonia fue presidida por el General Mitre, gobernador de Buenos Aires, a cargo del Poder Ejecutivo y celebrada por todas las autoridades municipales y vecinos de Retiro y de la ciudad.

Desde entonces el Gral San Martín es el guardián de la Plaza que lleva su nombre y sus alrededores. Recibe visitas de vecinos comunes e ilustres y como ellos, disfruta de bellísimos atardeceres que invitan a soñar con la libertad de los pueblos .

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