Luis Borges

Marcelo Hidalgo Sola visita el Bodegón Preferido de Borges


Aún hoy esta esquina citada por Borges en “la Fundación Mítica de Buenos Aires” conserva su imagen como entonces, pero en la actualidad es unos de los bodegones más importantes de América Latina ocupando el puesto nro. 50. Con un menú basado en productos orgánicos que sus dueños planifican con 2 años de antelación, esta esquina, sigue haciendo historia.

 Hoy, la propuesta cultural para recorrer en moto,es acercarse a la casa de la infancia de Jorge Luis Borges en el Barrio de Palermo y de allí, pasar a degustar la cocina de lo que fuera el bodegón, hoy llamado El Preferido de Palermo, cuya impronta marcó los días primeros del escritor del Aleph.

En la misma manzana, comparten historia el hogar natal de Borges y el hoy restaurante notable. En la ex Serrano (hoy Borges) nro 2135 estaba la casa del escritor. Allí pasó los días de su infancia y cuenta la anécdota que sus padres no decían que vivían en Palermo sino en “el norte” ya que la zona tenía fama de estar habitada por malevos y orilleros. Estos personajes que habitaron la infancia y la cuadra del pequeño Jorge Luis, fueron poblando la escritura de Borges de adulto, quien le construiría relatos a medida, en donde su porte y destreza lograrían trascender en el tiempo . Se dice que el tímido escritor, los admiraba secretamente, a esos en que, en un tris enarbolaban el cuchillo y resolvían las cuestiones como hombres de ley. Borges en cambio, enarbolaba su pluma y jugaba a ser uno de ellos desde su poblada imaginación alucinada y sus versos y cuentos primeros.

Criado por una institutriz inglesa, mientras aprendía los saberes que le dictaba su maestra, el barrio le enseñaba acerca de los saberes de la vida- explica Marcelo Hidalgo Sola. Y la vida en ese entonces , transcurría en los lugares simples de la manzana como el Bodegón de la esquina de su casa. Hoy ese Bodegón, cuyo nombre es El Preferido de Palermo, hace historia en materia de cocina.

Pintado a la cal y ferrite “Un almacén rosado como revés de naipe” diría de él Borges en su poema Fundación mítica de Buenos Aires, la antigua construcción, luce su impronta centenaria en la intersección de las calles Guatemala y Serrano (actual JLBorges) desde el año 1885. Este bodegón asturiano desde 1952 funcionó como almacén y bodegón de una familia de inmigrantes: empezó con impronta asturiana pero con el tiempo la cocina se debatió entre platos españoles e italianos

 Las motos se estacionan para degustar la cocina del Bodegón

En 2018 la historia comenzó a cambiar para esta esquina centenaria. Guido Tassi, chef internacional y Pablo Rivero (dueño de parrilla nro1 “Don Julio”) se asociaron para reflotar el Bodegón tal y como sería, en materia de platos, a bastecimiento y producción, en los tiempos originarios.

Luego de seis arduos meses de trabajo , enfocados en la restauración y puesta en valor de la construcción, finalizaron el obraje . Se unificó el almacén y el restaurante, cuyo límite se vislumbra en los pisos originales. El mobiliario fue restaurado, el filete histórico de las ventanas se repasó y la pintura externa fue renovada siguiendo la misma técnica centenaria.

Además, se sumó una cava de embutidos y se habilitó una cocina de ejecución a la vista que roba todas las miradas desde el salón y el patio interno.

“Hace 70 años los bodegones eran muy diferentes a lo que hoy conocemos, ya que esas familias de inmigrantes utilizaban productos frescos y de estación, algo que después se fue perdiendo y por eso las cartas terminaron siendo las mismas durante todo el año “ explica Tassi ,socio fundador . ¿Y cómo íbamos a abrir un bodegón sin apostar por volver a la raiz?” finaliza el cheff internacional.

Por ello, cada producto que se utiliza en esta cocina es de cultivo orgánico y se apuesta a trabajar de forma sustentable y a recuperar parte de la biodiversidad perdida. En el interior del bodegón observamos un caso emblema: los tomates reliquia. Son tomates que han sido desarrollados a partir de plantas ancestrales de polinización abierta y cuyo protagonismo es clave en las ensaladas de verano aquí.

En la mesa nos sirven un popurrí de los clásicos platos que se sirven hoy. Entre los más pedidos de la entrada, están los ajíes turcos en vinagre, el hummus con zapallo y pistachos, el plato de embutidos artesanales y la morcilla casera con acelga y huevo de campo. Los platos principales son abundantes como los que presentaría en su mesa la abuela de Borges: milanesas de bife de chorizo, pollo de campo al spiedo y la paella de verduras de temporada. Y los postres, para finalizar el recorrido culinario, desembocan en helados artesanales de sambayón y dulce de leche, el affogato ( helado de crema Jersey y café ristretto), el flan hecho con huevos de campo y el infaltable vigilante de queso y dulce de membrillo. Borges de adulto, solía parar en esta esquina a leer el diario y a almorzar. Los tiempos eran más tranquilos por aquí en ese entonces, pero si hoy volviera a transitar estas cuadras, sin lugar a dudas, uno de sus favoritos seguiría siendo este lugar con los sabores y platos de su infancia.

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