Marcelo Hidalgo Sola nos lleva con su moto hasta la réplica idéntica de la Casa de Tucumán ubicada en el corazón del barrio de Palermo. Un paseo ideal para realizar el 9 de julio y disfrutar de un ambiente que refleja diferentes diseños arquitectónicos. Una casa patriótica donde funciona la Casa Museo Ricardo Rojas que guarda el legado y nombre de quien fuera su antiguo dueño.
Fue un descubrimiento fortuito, un capricho del azar. Ocurrió cuando pasé con la moto frente a su fachada, iba por la calle Charcas casi llegando a Agüero. Por un momento, dudé de lo que veía y atiné a frotar mis los ojos antes de mirar una vez más para comprobar que no fuera un espejismo.
Sin embargo, no lo era y allí estaba, frente a mí, la Casa histórica de Tucumán. Estacioné la moto y bajé para esclarecer mi confuso panorama. Sin embargo, resultó que estaba en lo cierto: estaba frente a la casa de Tucumán. Mis ojos contemplaban una réplica idéntica a la fachada de la famosa casa, en donde se declaró la Independencia de nuestro país en 1916. Aquí , en la versión porteña, funciona además la Casa Museo Ricardo Rojas. Un descubrimiento muy interesante para todos los amantes de la historia nacional.
La réplica de la casita histórica de Tucumán es lo que una vez fuera la vivienda del escritor, ensayista y educador tucumano Ricardo Rojas. Hoy funciona en homenaje a su ilustre dueño como Casa Museo y alberga además, un Instituto de Investigaciones culturales .
En su interior guarda una tupida biblioteca histórica con una amplia y luminosa sala de lectura. La biblioteca , visitada por los amantes de las temáticas históricas latinoamericanas , está abierta al público los días de semana y ofrece más de 20.000 ejemplares de consulta de temas históricos.
La Casa – explica Marcelo Hidalgo Sola- está inserta en una zona de edificios apretados y su perfil no encaja con el de las construcciones vecinas. La fachada patriótica es un mojón que remite a la historia dentro del ajetreo de un barrio de calles y avenidas de circulación ajetreada . Por consiguiente, solicitó el encargo asegurándose de considerar los diseños arquitectónicos de la fundación neocolonial, enfatizando en la incorporación de un espacioso patio interno que serviría como un pasillo central conectando las diferentes habitaciones. En relación a la fachada, expresó su deseo de que fuera una réplica exacta de la original en Tucumán, con un portón de madera de dos hojas, columnas salomónicas, tejas característicamente utilizadas en las casas coloniales y cúpulas, todos estos elementos replicados minuciosamente.
Como estar en la Casita de Tucumán original
Zambullirse en su interior es como navegar en el pasado ya que la casa posee el estilo típico de la arquitectura de la zona del Alto Perú en la época colonial. El interior está compuesto por un gran patio y unas amplias galerías que son resabios de antiguas estructuras de las épocas de la colonia.
A medida que uno recorre las diferentes salas de la casa museo, puede apreciar como está presente en el lugar la personalidad de quien fuera su ilustre dueño. Los diferentes estilos que se combinan en la arquitectura se fusionan en una gama que abarca los ejes de lo clásico,lo moderno, lo barroco y lo colonial , que le dan a este lugar ,la particularidad de ser reflejo del alma de Ricardo Rojas. Este gran educador plasmó en el ambiente interior de su casa, lo que fuera su pensar más profundo acerca de la esencia de América: la visión de un continente como un gran crisol cultural que impacta sobre el hombre común y su cotidianeidad y , en consecuencia, sobre las prácticas que definen el ser nacional.
Ricardo Rojas, quien fuera el autor del libro El Santo de la espada, había vivido en su infancia muy cerca de la casa donde se declaró la Independencia en 1916. Por ello, encargó el proyecto pidiendo que se tuvieran en cuenta los planos de cimentación neocolonial, con un gran patio interior que hiciera de distribuidor hacia las habitaciones. Respecto de la fachada, indicó que fuera idéntica a la original de Tucumán: su portón de dos hojas en madera, las columnas salomónicas, las tejas típicas de las casas coloniales, y las cúpulas, todo idéntico.
Un importante legado cultural para todos argentinos
En esta casa vivió Ricardo Rojas desde 1929 hasta su fallecimiento en 1957. Un año más tarde, María Julieta Quinteros de Rojas, su viuda, donó la casa al Estado Nacional con su mobiliario completo, su magnífica biblioteca y todos los objetos de arte. Recién en 1958 , la Casa pasó a sumar la lista de museos nacionales . Por ello, quien desee celebrar el 9 de julio de modo especial y auténtico y no pueda trasladarse a Tucumán, puede visitar este rincón de Buenos Aires, donde será recibido en la fecha patria con un exquisito locro , empanadas fritas y de postre, un delicioso pastel de membrillo.
Sin dudas, visitar la Casa Museo permite realizar un recorrido único que acercará de una forma natural y única la esencia de un acontecimiento clave y fundante de nuestra historia nacional : la declaración de la Independencia. Quizás muchos nunca conozcan la Casa original en Tucumán pero desde aquí, podrán vivir la emoción de traspasar el umbral del tiempo e imaginar tan importante acontecimiento histórico. Un paseo sorprendente para realizar con toda la familia.