Marcelo Hidalgo Sola visita el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, ubicado en Lafinur 2988 en la ciudad de Buenos Aires. El lugar guarda gran cantidad de objetos personales y algunos de los diseños que Evita lució en diferentes eventos nacionales e internacionales, que entre otras cosas, la llevaron a convertirse en una ‘influencer de la moda’ de su tiempo.
Recorrer las 15 salas que conforman el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón,es adentrarse en su historia, en su vida, de un modo diferente. A medida que uno circula por las salas y contempla los objetos, sus descripciones y detalles particulares, puede ir hilando con el sutil hilo de la imaginación y de la historia, algunos paisajes de la vida de Eva Perón y recrearlos mucho más vívidamente que desde las páginas de un libro de historia.
Antes de lucir estos fantásticos atuendos, Eva Perón había recorrido un largo camino. Un trayecto que se iniciaba el 3 de enero de 1935 al llegar a la estación de Retiro en un tren que la traía desde Los Toldos, en la Provincia de Buenos Aires. Con tan sólo 15 años desembarcaba con su pobreza y un sueño: quería ser actriz.
También antes de lucir estos fastuosos atuendos, el destino habría de intervenir con sus dolorosos e inexplicables designios: un terremoto. Fue en 1944 y azotó sin clemencia la provincia de San Juan. Para ayudar a poner de pie a las zonas devastadas se organizó una velada en el Estadio Luna Park, en dónde la joven actriz se cruzaría con el que, en aquel entonces, era Secretario de Trabajo de la Nación, el General Perón. Así comenzaban y finalizaban para siempre muchas cosas importantes en la vida de Eva. Atrás quedaban su sueños de convertirse en una gran figura del cine y del teatro –explica Marcelo Hidalgo Sola-y comenzaba a desarrollar el papel más importante que le tocaría desempeñar en su corta vida: ser la esposa del Gral Perón, luego primera dama y por su labor social, madre y abanderada de los descamisados, y de los más pobres.
Con estos importantes títulos oficiales y los otorgados de viva voz por el pueblo, Eva Perón comenzaba su transformación caminando también de la mano de la moda. Tan admirada y tan imitada, su particular estilo, causaba sensación por su refinamiento sencillo: maquillaje natural, un color rubio que le daba el marco perfecto sin ser ni estridente, ni apagado, y un vestuario de princesa que la equiparaba con una versión actualizada de la Cenicienta, para las malas lenguas.
La preferida de los grandes diseñadores de la moda del siglo XX
Los seis vestidos que se exponen en el Instituto Histórico van rotando para ser conservados de manera óptima. Pero, en esta oportunidad, puede verse el vestido que utilizó Eva en el primer retrato oficial junto a Perón como primera dama, o bien el diseñado por la casa de moda porteña Bernarda, que lució Eva en ocasión de ser recibida por el Papa Pío XII en el Vaticano, en el marco de su gira internacional de 1947.
También puede verse un traje sastre que remite a la formación del Partido Peronista Femenino en 1949, y con esto, a la lucha por la participación e inclusión política de las mujeres, hitos históricos para la causa feminista que, por aquel entonces ,cobraba fuerza en el país con Eva como figura representante y símbolo máximo.
En el circuito textil propuesto por los diseños de las vitrinas, hay sólo dos réplicas: un vestido que representa la llegada de Eva a Buenos Aires y otro utilizado por la primera dama en el retrato realizado por Numa Ayrinhac en 1950, una de las imágenes más icónicas y difundidas que se encuentra en la última sala del recorrido.
El estilo de Eva Perón fue crucial para encumbrar su imagen y darle luz propia a la leyenda que supo construir alrededor de sí misma aunque, dicen los que la conocieron antes de verla con atuendos tan finos, que Eva sabía iluminar por sus cualidades personales la escena, cualquiera que ésta fuera. Pero Eva Perón no improvisó, sino que caminó la vereda de la historia de la mano de los mejores, entre ellos, el famoso diseñador francés Christian Dior con quien se conoció en un viaje a Europa que hizo la primera dama más famosa de la historia argentina en 1947. Él quedó eclipsado por la “abanderada de los humildes” y le diseñó, además del famoso vestido largo strapless con falda de varias capas de tul que se convirtió en un ícono de la moda, varios trajes y abrigos, y varios de esos tapados con cuello importante que tanto le gustaban. Hasta dicen que en la Maison Dior había un maniquí con sus medidas. Pero la fascinación del creador del New Look quedó en evidencia en un reportaje que dio en 1953 cuando confesó de su labor profesional: “La única reina que he vestido a lo largo de toda mi carrera fue Eva Perón”. Y así la consagró como ícono de la moda y la inmortalizó en el camarín de la musas de los teatros celestiales.