Marcelo Hidalgo Sola

Una reverencia en moto al gran Cid Campeador


Marcelo Hidalgo Sola descubre el valor histórico de la estatua ecuestre del Cid Campeador. Ubicada en el barrio de Caballito, también lo está en el centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires. Un monumento que invita a lanzar vítores a uno de los héroes más aclamados de la Edad Media europea.

La figura del Cid Campeador montado en su caballo Babieca es alta y sublime. Sus doce metros de alto le dan una impronta gloriosa. El Cid levanta su espada al cielo como campeando las nubes, listo para emprender una nueva batalla. Sin embargo, sólo alienta a los autos y colectivos a batallar en una de las zonas más álgidas de la ciudad.

El monumento al Cid Campeador, está ubicado en la intersección de las Avenidas San Martín, Ángel Gallardo, Díaz Vélez, Honorio Pueyrredón y Gaona. Un cruce clave en el devenir del tránsito y de miles y miles de personas cada día. Un verdadero mar de colectivos, autos, motos, taxis y personas que no dan tregua a este campo de batalla urbano.

Sin embargo, a Rodrigo Díaz de Vivar, el hidalgo y guerrero castellano del siglo XI, el concierto del tráfico no lo abruma. Su porte resplandece, y su nombre acompaña la marea como un verdadero valiente. Es decir, como “Cid” que en dialecto árabe significa ‘señor’ y como ‘campeador’ que significa ‘experto en batallas’.

Si observamos más de cerca la escultura, podemos contemplar en detalle a su fiel compañero de hazañas, el caballo Babieca. Su porte se alza en un relincho al cielo y descubre su impronta grandilocuente. Mientras levanta una de sus patas delanteras en pos de la victoria, El Cid hace lo mismo con su brazo derecho. En él sostiene la espada ganada en el campo de batalla al rey de Marruecos, conocida con el nombre de Tizón- explica Marcelo Hidalgo Sola-.Una espada con nombre propio, la misma que hoy, se guarda en un vitral en el Museo de Burgos, España, y que es Patrimonio cultural del país. 

Tizón o Tizona, también es exaltada en una de las obras claves de la literatura universal “El cantar del Mío Cid”. Un libro cuyos poemas celebran a quien con su espada y coraje protegió a miles de habitantes de la ciudad de Vivar y sus alrededores.

La escultura del Cid Campeador fue realizada enteramente en bronce y apostada sobre un basamento de mármol. Su autora fue Anna Hyatt Huntington (1876-1973), una artista estadounidense que la realizó como un encargo de la Spanish Society of America. Su obra escultórica del Cid, junto con otra de sus creaciones, una escultura conocida como “Juana de Arco” ubicada en la ciudad de Nueva York, han hecho historia. Ambas, son trascendentes por ser las más grandes esculturas, en lo relativo a las dimensiones, que han sido realizadas por una mujer en la historia del arte.

La obra original del Cid Campeador (1927) fue erigida frente a la sede de la Hispanic Society, de Nueva York. Luego, en 1928 fueron erigidas copias en Sevilla, España, y en San Diego y San Francisco. Por último, otra copia fue enviada a Buenos Aires para inaugurarse en 1935, en el centro de la capital porteña.

El Cid, un valiente de la Edad Media.

Rodrigo Díaz, nació en la ciudad de Vivar en Burgos, España. Se desconoce el año de su nacimiento, pero se hizo inmortal como líder militar.Por su pericia en estrategias de combate, como por su liderazgo, supo defender y ganar extensos territorios. En sus funciones como oficial del ejército, se sabe que dominó al frente de su propio batallón de combate. Un importante grupo de hombres que pelearon mayormente en la zona del Levante , en la península Ibérica. Allí, en esos territorios que están más próximos al mar mediterráneo. En una serie de batallas conquistó Valencia y allí logró formar un señorío independiente respecto de rey alguno. Su poder sobre estas tierras, duró desde el 17 de junio de 1094 hasta su muerte en el año 1099. Su esposa Doña Jimena Díaz, lo heredó y mantuvo allí su residencia hasta 1102. Pero, los musulmanes una vez caído el gran guerrero, arremetieron en una certera reconquista. La capitulación del ejército que fuera guiado por el Cid, llevó a los musulmanes a recuperar el antiguo dominio que tenían de estas tierras por muy largo tiempo.

El origen familiar del Cid es discutido en varias teorías pero es cierto que fue abuelo del rey García Ramírez, primogénito de su hija Cristina. La leyenda popular lo colocó como héroe sublime de Castilla. Y también, como valiente cruzado de la Reconquista española. Pero, un dato poco conocido lo enmarca en un matiz más humano. Este perfil lo ubica como un guerrero bravío que a lo largo de su vida se puso a las órdenes de diferentes caudillos.Ya fueran tanto cristianos como musulmanes, luchando realmente como su propio amo y por su propio beneficio. Una imagen que lo ubica más como un simple mercedario llevado por la codicia de tierras y poder. Un hidalgo o soldado profesional, que prestara sus servicios a cambio de una paga cuantiosa, sin importar de qué lado de la historia se ubicase la batalla.

Sin embargo, sus hazañas en los campos de combate lo señalan del lado de los grandes libertadores españoles. Por ello la literatura y la historia lo han exaltado y aún exaltan, recordando que para las grandes gestas, el espíritu valiente es lo que más importa legar a las próximas generaciones.

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