Ignacio Sáenz Valiente nos cuenta las historias de enemistad que esconden las grandes firmas de todos los tiempos del mundo de las motos. Hoy traemos las anécdotas de las batallas sorteadas entre BMW y Zundapp, dos gigantes de principios del siglo XX
Las guerras comerciales existen desde que el mundo se hizo mundo. O fue tomando forma a medida que los comerciantes y empresarios reeditaron la ancestral sed de conquista del hombre de todos los tiempos pero dirigida ahora, a la conquista de los mercados. El objetivo puede cambiar, como antaño fuera la fiebre el oro, plata, territorios y plasmarse en el mundo contemporáneo por el afán de ganar mercados y posicionar en lo más alto de la cumbre comercial los productos salidos de cada fábrica o empresa. Dice un refrán popular que “la valía de un hombre se mide por la talla de sus enemigos”. Y, en el mundo de la industria de las motos… ¡todavía mucho más! Muchas corporaciones han llevado su enfrentamiento comercial a escalas inauditas, yendo mucho más allá de lo que se pudiera esperar en una competencia económica. En el fondo es comprensible; detrás de cada marca de moto hay personas. Y personas, además, que trabajan en un mundo en el que todavía cuenta mucho la pasión por crear los mejores diseños y modelos. También el carácter histórico de cada compañía, lleva en sí gestas que honran la trayectoria y los obstáculos sorteados a lo largo del tiempo. Sin embargo, las enemistades entre las grandes corporaciones, también tienen su historia y hoy recordaremos algunos de estos casos e intentaremos explicar el trasfondo humano que subyacía en algunas rivalidades que forman ya parte de la historia de las motocicletas.
A la conquista del mundo de las motos: Zundapp, DKW y BMW
La historia de la firma alemana Zundapp-explica Ignacio Sáenz Valiente- finalizó en 1980. Hoy ya no existe pero por su trayectoria será recordada en el futuro como una de las más importantes marcas alemanas de la historia. Este otrora gigante de la industria de las motos fue uno de los fabricantes más importantes y pujantes en los comienzos del siglo XX. Su fábrica fue el orgullo de la ciudad de Nuremberg, Alemania. Por aquellos tempranos años de comienzos de siglo se disputó el primer puesto como empresa junto a otros dos fabricantes de envergadura: DKW y BMW. Se dice que entre estos tres líderes del mundo de las motos, la competencia no existía en un principio y que sus relaciones en el mercado eran amistosas. Como hombres pragmáticos y para nada deseosos de conflagraciones, los alemanes directores de estos tres gigantes habían establecido un pacto de entendimiento o de “caballeros alemanes”. En una jornada de acuerdos célebre, se dividieron para cada uno, una porción del mercado de las motos: BMW se ocuparía de las motos de más de 500cc, Zundapp de las 250/350cc y DKW de las 125cc.
De este modo, cada firma ocupaba su espacio y ninguna interfería con el negocio de las otras dos. Así, se evitaron en los primeros tiempos, tensiones y batallas innecesarias que ponían el conflicto en medio del escenario y perturbaban la tranquilidad de la que todos querían gozar para llevar adelante sus negocios. Sin embargo la paz comercial y real entre las tres firmas hasta ese entonces amigas, llegó a su fin con el advenimiento del nacional-socialismo.
Los planes de Hitlery sus huestes que querían rearmar Alemania, necesitaban como vehículos protagonistas a las motos. Estas, eran el elemento central y de decisiva importancia en el plan diseñado para cumplir con eficacia y celeridad los objetivos pautados en la concretización de su futura “Guerra Relámpago” en las ciudades alemanas. El cerebro de esta operación fue el coronel Adolf Von Schell -uno de los oficiales más brillantes de las divisiones motorizadas de la Wermacht- que fue el elegido por el Fuhrer para poner el marcha el proceso de fabricación de la que debía ser la mejor moto militar del mundo. Y la construcción de la mejor moto militar del mundo debería ser construida por los mejores en el rubro.
Para ello, como era predecible Von Schell recurrió a BMW, ya que se trataba de la mayor especialista en cilindradas grandes pero entonces pasó algo que a los bávaros les sentó como un tiro: Zundapp presentó también su prototipo de la KS750, el modelo que hasta entonces le estaba vedado fabricar por el acuerdo tácito con BMW y DKW. Sucedió que Zundapp había desarrollado estrechos vínculos con la esfera militar de Hilter por ser la empresa que había estado proveyendo al ejército alemán de los surtidos de municiones durante el período que duró la Primera Guerra Mundial (1914-18) . Por este motivo la casa tenía buenas relaciones con el estamento militar e hizo uso de ellas para conseguir que la incluyeran en el proyecto junto con BMW.
Y ahí mismo se rompió la paz, aunque Von Schell hizo lo más honrado posible el proceso: encargó unidades de ambas y las mandó al frente para que los militares evaluaran sobre el terreno las cualidades y defectos de cada una. Estos debían poner a prueba a cada unidad in situ y allí detenidamente, evaluar pros y contras para luego lanzar un veredicto final.
El resultado fue unánime: la Zundapp era mejor moto. Tenía la misma capacidad de carga y entregaba la misma potencia pero era más barata de fabricar que la R75 de la BMW y resultaba más fácil de reparar en condiciones difíciles.
Para acabar de hacerlo aún más humillante y aunque la decisión tenía toda la lógica desde el punto de vista operativo, Von Schell ordenó además que ambas motos compartieran piezas para facilitar la estandarización del recambio y BMW tuvo que repartirse a medias con Zundapp un negocio que suponía iba a ser todo suyo.
Sin embargo el tiempo pasó, finalizó el régimen nazi, quedó atrás la Segunda Guerra Mundial y cada compañía siguió su propio negocio, tomando cada una sus propias decisiones comerciales y financieras. Cuando a principios de los 80 una Zundapp en quiebra fue ofrecida a precio de saldo a BMW, ésta no quiso quedársela. Nunca se sabrá si fue porque no vio allí negocio… o por viejas cuentas que saldar.