Ignacio Sáenz Valiente : Paisajes de mi Argentina en moto


Cuando uno es un apasionado de las motos -dice Ignacio Sáenz Valiente-  cualquier ocasión es buena para para hacerse una escapada , subirse a la moto y echarse a andar por las rutas”. Es lo mismo si disponés de 2 días, de una semana o de un mes; cuando te gusta disfrutar de conocer distintos lugares ,  paisajes y gentes,  aprendés a ser turista y a hacer de la moto tu mejor compañera de viaje durante el tiempo que dispongas,     y eso ,es lo que hace más interesante el destino que elijas: con la moto todo es aventura.

 

Los lugareños y los mejores lugares para visitar en moto

      Ignacio Sáenz Valiente cuenta que suele irse de vacaciones a Mar del Plata con su familia, por supuesto, aclara divertido, que no los lleva en moto. Ellos viajan por su cuenta en auto y él  hace lo propio en su motocicleta. 

Con hijos adolescentes y una esposa aficionada a la playa y a los deportes al aire libre, gran parte del día es pasar en familia, compartiendo la arena, el mar y el sol; lo que para Sáenz Valiente se convierte rápidamente en una rutina que,  sin quererlo, suele hacerle añorar el dinamismo que le brinda estar en la ciudad y  disponer de la moto a su antojo en cualquier momento del día.

      Sin embargo, como antídoto a la rutina de sol y mar, en que siente  la falta de novedad que el destino costero le ofrece , suele, literalmente y sin pedir permiso, escaparse  solo con su moto a lo que la ruta le propone.

 Así es cómo, preguntando a los vecinos de la zona (que suelen ser los mejores informantes) se entera de los pueblitos cercanos a Mar del Plata que vale la pena visitar a lo largo de una jornada. Porque eso sí, sale bien temprano de mañana y regresa pasado el atardecer porque, esto le permite, disfrutar de amaneceres y atardeceres gloriosos, que son los momentos sagrados para un buen conocedor de los momentos mágicos que hay que atesorar cuando se pasea en moto por la ruta.

     

 En moto hacia un pueblo con dos nombres

      De mucho charlar con los vecinos dice Sáenz Valiente , se enteró que cerca de allí había un pueblo que tenía dos nombres y ello le despertó mucha curiosidad.  A sólo 186 km de  Mar del Plata , por la ruta 88 que va hacia Necochea y haciendo empalme con la ruta 86 se llega a el pueblo  “La Dulce” también conocido como : Nicanor Olivera.

 Se realiza el recorrido en 2 horas 20 minutos , un tiempo excelente para disfrutar   del placer de una carretera despejada , ideal para circular en motocicleta a pura cilindrada rutera.

      El pueblo de Nicanor Olivera pertenece al partido de Necochea; fue fundado en 1908 y su nombre se debe a quien llegara a esa zona en el año 1862 con un rodeo de ganado hacia la estancia que era propiedad de su familia, llamada “La Dulce”  .  Por su espíritu más tendiente a la vida de campo o “gauchesco”, el recién llegado enseguida se identifica con el lugar y lo ve propicio para asentarse con su prole.

Sáez Valiente nos cuenta que “La Dulce” ,curiosamente, era también el nombre de la estación del tren y más adelante, cuando el pueblo fue creciendo y Nicanor Olivera fallece , en reconocimiento a quien fuera el primer poblador y propulsor del crecimiento económico de la zona,  es que se decidió llevara su nombre de modo oficial. Pero sucedió , -prosigue Sáenz Valiente- que la gente del lugar siempre se  identificó  con el nombre de “La Dulce” , que hacía referencia la estación  e incluso fueron llamándose a sí mismos “dulcenses”. Es así, que tanto  la estancia como la estación del tren les dieron una identidad que la gente adoptó y ahora el tener dos nombres  envuelve al pueblo en una especie de curiosidad divertida.

 

Pasear en moto es como ser  experto en turismo local

      Entrar con la moto a la plaza principal de La Dulce fue   más lindo de lo que había imaginado –dice Sáenz Valiente.

“Luego de dos horas de viaje estábamos cansados, la moto y yo” – se ríe. La plaza del pueblo es preciosa, con arboledas que albergan millones de aves que hacen de ese lugar algo mágico. La plaza es puro canto , no se oye otra cosa que no sea un continuo piar  y uno pareciera ingresar al corazón mismo de la naturaleza. Hay varios lugares para almorzar y reponerse del viaje y para dejar descansar también la moto y ,cuando uno recupera el aliento, poder seguir el recorrido hacia otros sitios de interés turístico local.

 

 En moto, camino a la estancia “La Dulce”

 Finalmente, la moto se dirige hacia su destino top del día: la Estancia La Dulce. Pintada enteramente de un rojo cacao, el histórico casco es hoy una hostería de lo más acogedora. Es el centro de un conjunto de 500 hectáreas que se pueden recorrer en una tarde, si se presta el clima , con la motocicleta.

El paseo llevará a ver  molinos,  silos , mangas, casas de peones, bebederos de animales y galpones para alojar la producción.

Lo que hace más bello el estar  y el disfrute del lugar, para Sáenz Valiente es, luego de un merecido  descanso , poder aventurarse a recorrer los campos . Entonces ,  será un despliegue de sembradíos de intensas tonalidades; se verán cobres, ocres , dorados , según se trate de soja, alfalfa o trigo. La tarde caerá serena y los animales también irán desplazándose ante la mirada atenta de los visitantes.

 Descubrir estas joyas que albergan la historia del interior de nuestro país y hacerlo en moto, es un regalo y una oportunidad que me da la vida-dice Sáenz Valiente y , asegura, que  no está dispuesto a desaprovecharla. Para él  , aún más lindo es saber que al llegar  de noche a su  casa repetirá el ritual de llegada: guardará la moto , su fiel compañera de aventuras y al traspasar la puerta , su familia estará feliz de verlo regresar y , sus hijos y su esposa estarán allí atentos  para escuchar su relato y, así como por arte de magia volverá a desplegar ante ellos su aventura  del día, la vivida con su querida compañera de ruta : la moto.

 

 

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