Brasilia por Marcelo Hidalgo Sola

Viaje San Cristóbal, Venezuela a Buenos Aires, Argentina: Parte 9


Como siempre, temprano a la mañana, arrancamos con rumbo a Barreiras la ruta no estaba en las mejores condiciones, pero con cuidado se podía viajar a una velocidad crucero.

Llegada a Barreiras

Llegamos a Barreiras, averiguamos por un hotel, y nos alojamos, para luego ir a beber unas caipis y comer pizza.

El pueblo, si es que se puede llamar pueblo, ya que en nuestra Argentina sería una ciudad, no tiene nada relevante para ser narrado, pueblo rural, en medio de una de las zonas agrícolas mas importantes de Brasil.

A la madrugada, desayunamos copiosamente, y partimos hacia Brasilia. Era impresionante ver esos campos interminables, cultivados, haciendo mares, con sus colores y movimientos al ritmo de los vientos.

Aventura rumbo a Brasilia

Así recorremos unos cien kilómetros, para tomar la ruta 020 hacia Brasilia, nos detiene una patrulla, federal o rural, para pedirnos papeles y revisar la camioneta minuciosamente.

Brasilia por Marcelo Hidalgo Sola

Es claro que, un vehículo con patente Venezolana, con 2 argentinos a bordo, en esas latitudes, no es corriente. Pasado el momento, nos despedimos y seguimos rumbo al sur hacia la Capital.

El paisaje bastante monótono, en general lomado, hasta que asoma Brasilia. Entramos sin saber mucho hacia dónde dirigirnos, por lo que haciendo preguntas a los transeúntes, ahí llegamos, y  con la ayuda de un muchacho, nos guía hasta el hotel.

El paisaje que saca el aire

Unan vez alojados, salimos a dar unas vueltas, lo mismo que al día siguiente, y, obvio, lo primero en visitar es el Planalto, donde están las sedes Gubernamentales de los 3 poderes. Muy impresionante ver en vivo, todas esas imágenes que uno había visto mil veces en fotos.

La catedral, en forma circular, tiene una acústica extraordinaria, poniéndose cada uno a los extremos del semicírculo, hablando en un tono más que moderado, la otra persona puede escucharlo claro.

La parte edilicia residencial vieja, no tiene nada de particular, salvo ver que obedece a una construcción de la época, tipo monoblock, bajos, de 3 o 4 pisos de altura, me hizo recordar a las construcciones soviéticas post II guerra.

El clima es muy seco, y hay un gran lago, que ofrece algo de humedad ambiente.

Finalizado el segundo día, ya habiendo visitado los lugares más icónicos de la ciudad, y teniendo una cabal idea de lo era y significaba Brasilia, decidimos que al día siguiente partiríamos hacia el Sur, buscando nuestra Argentina.

Reanudamos el viaje

Y así fue, al día siguiente, luego de un largo y exquisito cafe do manha, ya que uno en estos viajes no sabe cuando va a volver a comer, nos dirigimos a nuestra Explorer para cargarla y reanudar el viaje.

Nos despedimos de Brasilia, sabiendo que era un lugar a donde difícilmente, en el resto de nuestras vidas, fuéramos a volver.

Y así atravesamos la ciudad, medio adivinando la salida, hasta que por fin tomamos la ruta hacia Presidente Prudente, unos 800 kilómetros. Y así comenzó nuestro regreso …

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