Marcelo Hidalgo Sola presenta un recorrido en moto para descubrir las huellas que Marta Minujín, la icónica artista de vanguardia ha dejado en la ciudad. Sus esculturas, de diseño fragmentado, son un reflejo de la identidad más profunda del hombre moderno que vive en las grandes metrópolis del mundo.
Aquí en Buenos Aires, la obra de Marta Minujiín tiene rincones estratégicos desde donde ilumina y engalana con su belleza la ciudad. La artista, ícono de la vanguardia pop latinoamericana, reconocida y celebrada internacionalmente, ha llevado sus instalaciones a las principales ciudades del mundo, despertando en cada experiencia de arte urbano, asombro, sorpresa y belleza en los espectadores. Y, en nuestra ciudad, Marta Minujín ha dejado su personal testimonio de cómo ve al hombre de hoy a través de múltiples y audaces esculturas que se despliegan en los espacios públicos. Entre las más conocidas, se encuentran las esculturas que están ubicadas en la Fundación Favaloro y la aún más visible y destacada, en el barrio de la Recoleta, conocida como La Humanidad y las Naciones Unidas. Estas esculturas pertenecen a una serie de creaciones de la década del ochenta inspiradas en esculturas griegas clásicas pero cuyo sentido se reactualiza para reflejar una característica del alma moderna: su evidente fragmentación.
La obra que descubrimos con la moto en el corazón del barrio de la Recoleta fue inaugurada en el año 1996, en el Parque Thays, a la altura de Avenida del Libertador y Ayacucho, La escultura La Humanidad y las Naciones Unidas es una de las obras en la que la artista Marta Minujín ha buscado interpelar al hombre moderno que vive en las ciudades, con una propuesta disruptiva dentro de un marco clásico. La figura de un ser fragmentándose, efecto realizado mediante una repetición del perfil de la escultura a modo de capas superpuestas-explica Marcelo Hidalgo Sola- causa un efecto demoledor en el espectador, que enseguida se cuestiona por el sentido de la misma.
La base de la obra es de mampostería y está revestida en mármol. Sobre ella se erige la figura de una Venus de bronce con pátina dorada de cuatro metros de altura fragmentada por cuatro líneas curvas, en una clara alegoría de la Tierra dividida y a punto de desmembrarse, pero cobijada por la bandera unificadora de las Naciones Unidas.
La Humanidad y las Naciones Unidas, fue pensada para celebrar el cincuentenario del organismo internacional, y forma parte de una secuencia creativa característica de Marta Minujín que surgió en los 80’ cuando sus obras, en su mayoría, se inspiraron en esculturas griegas clásicas, como el Joven helénico fragmentándose (1982) y Venus de Milo cayendo (1986).
Esta representación de Venus fragmentada en particular, pertenece a una serie que tiene sus “hermanas” ubicadas en Pinamar, frente del hotel Playas, sobre Bunge y Sirena; o en el Parque Belén Los Alpes, de la ciudad colombiana de Medellín.
Un triste episodio urbano cuenta que la escultura fue vandalizada en 2019. Marta Minujín hizo público el hecho en sus redes sociales para alertar a las autoridades y para que pudieran llevar a restauración la obra. “Ala escultura de la Venus fragmentándose, en Av. Libertador y Ayacucho, que realicé para el día de los derechos humanos, le falta la bandera de las Naciones Unidas desde hace dos años. Por favor, se ruega difusión”. Sus seguidores en la red social hicieron lo propio con la difusión del hecho y finalmente fue restaurada y puesta en su sitio nuevamente,
Marta Minujín, y la gesta de un espíritu de vanguardia.
Marta Minujín nació en el barrio de San Telmo, un 30 de enero de 1943. Desde muy pequeña se destacó en la escena artística de vanguardia por sus happenings, performances e instalaciones, tanto en Buenos Aires -especialmente en el Instituto Torcuato Di Tella- como en París. En los años setenta, realizó intervenciones y espectáculos en Nueva York y se convirtió en una referente a nivel internacional por su visión del arte. Sus obras y proyectos combinan el arte con la naturaleza y desacralizan los mitos populares.
La artista produce y proyecta grandes instalaciones que interpelan públicos masivos con obras que buscan derribar “los mitos universales“. En esa serie de propuestas se destacan El Obelisco de pan dulce (1979), el Carlos Gardel de fuego (1981) y El Partenón de libros prohibidos (1983). En 2021, luego de la pandemia presentó en el Festival Internacional de Manchester (MIF 21), Inglaterra, su última creación de grandes dimensiones: El Big Ben acostado con libros políticos. La obra consistía en una réplica de la famosa torre londinense, de cuarenta y dos metros de alto, recubierta con veinte mil libros políticos.
En vísperas de sus ochenta años, el máximo referente del arte pop nacional, sigue derrochando talento, vitalidad, inspiración y energía creativa.