Motos por el sur por Marcelo Hidalgo Sola

Mis Motos: parte 2


Ya en Buenos Aires, corrían los meses, el verano lejos, y no aparecía nada, hasta que un día me llaman y me dicen que tienen MI moto. Voy a la tarde, y me encuentro con una Honda XR 500, 500 cc, cuatro tiempos, y toda la potencia y el torque para desafiar las laderas más escarpadas de Angostura, y por qué no, de Esquel, a donde iba a ir próximamente.

La Hondita y YZ

Llega el verano, y la cargo en mi F100, junto a la Hondita y a la YZ, las 3 entraban bien en la caja, y ni se movían. Llego a Cumelen, ya deseoso de probarla y enseñársela a Sebastián.

Con gran emoción, empezamos a recorrer los caminos que transitábamos con las otras motos, pero esto ya era distinto, el andar, la seguridad en las curvas con el derrape mejor controlado, la salida en baja, todo era distinto y claramente incomparable con las otras.

Del Huapi al Correntoso, del Correntoso al Espejo, no dejamos senda sin transitar, hasta que un día que volvíamos a remontar el rio Bonito hasta la base del cerro Bayo, llegamos y nos encontramos con lo que iba a ser la futura pista de Ski, con su Poma y otros medios de elevación, diciéndonos “súbanme”.

Travesía en moto

Nos miramos, miramos la pista hasta arriba donde estaban construyendo la base de llegada del medio de elevación, nos pareció que estaba transitable, la pendiente era razonable, y sin más palabras, metimos primera, segunda y dale para arriba, saltando sobre los terrones de tierra, los camellones que había en los bordes de la picada en S de servicio, otra irregularidades, patinando, evitando caer o volar hacia atrás con moto y todo, poniendo todo el peso sobre el tren delantero, y así llegamos a la cima. Sudados (yo iba con equipo de cross), pero felices.

Para completarla, decidimos hacer el mismo camino, pero hacia abajo, lo que fue sencillo. pero a la bajar, estaba el famoso Jean Pierre, quien nos abarajó con unas puteadas, un poco en francés, otro poco en español, y capaz que hasta en arameo, para hacernos ver que le estábamos arruinando la pista, ya que al subir, con las motos, y sobre todo la mía, iban dejando una estría muy marcada en la pista, y que al llover, eso se profundizaba formando cárcavas.

Después de disculparnos y prometer no volver a hacerlo, nos fuimos rápido.

Vuelta a Esquel

Después me fui a Esquel, donde había otros cerros y caminos a transitar, pero no tenía compañía, lo que me lo hacía un poco más peligroso, por lo que, salvo raras excepciones, no me iba muy lejos.

Esta moto la tuve en Esquel, hasta que me fui a vivir a Venezuela, y se la vendí a mi cuñado.

En Venezuela, primero tuve, en el año 88, una Yamaha DT 175, 2 tiempos, con la que jodimos bastante. Pero es en diciembre del 89, que llega una Yamaha TT 250, motor 250 CC, 4 tiempos, refrigerado a aire y disco delantero, que es la que me quedo, y con la que pasé mil Aventuras, y hasta algunos golpes feos, y hasta que, con el dolor de mi alma, en el 95 la vendo, ya que me estaba cayendo demasiado seguido, y me lastimaba demasiado.

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