Ignacio Sáenz Valiente cuenta su experiencia arriba de la moto por las rutas argentinas.
Viajar en moto con amigos es una experiencia única. Una forma de estrechar lazos para siempre. Ignacio Sáenz Valiente, apasionado rutero, se lanzó una vez más a la aventura , pero esta vez acompañado de dos amigos: Marcelo y Arturo.
Turi, (Arturo), amigo de toda la vida de Sáenz Valiente, despertó una mañana con un fuerte dolor en el pecho. Milagrosamente, luego de estar internado más de dos meses, sobrevivió a un infarto y decidió que era hora de hacer un viaje. Apasionado de las motos, pero más moderado que Ignacio Sáenz Valiente, tenía ganas de hacer un recorrido por la mítica ruta 40, por el sur de la Argentina y conocer Lago Puelo. Un lago del que había sentido hablar mucho a sus abuelos. Saénz Valiente lo apoyó en su idea y a ambos se les ocurrió sumar a otro querido amigo de la infancia, Marcelo.
Tres amigos se lanzan en moto a la aventura: directo al Sur.
El sur argentino ofrece miles de posibilidades para el relax, la recreación y la aventura; y las rutas están en excelentes condiciones para transitarlas en moto.
Este viaje de amigos, nació con la idea de revalorizar la amistad, de bajar un cambio en la rutina cotidiana e ir en busca de silencio y reflexión. Si bien, nos comentan los aventureros, que ya solían juntarse de vez en cuando a tomar una cerveza y a pasear con sus motos; este viaje fue una especie de necesidad interior: encontrarse a sí mismos y brindar por la gracia recibida del cielo, una segunda oportunidad que la vida le regalaba a uno de ellos, a Arturo, luego de un difícil momento de salud.
Así es que se hicieron a la aventura y con las motos recorrieron en varias etapas los 1700 km que separan Buenos Aires de la localidad de Lago Puelo en la provincia de Chubut. Fueron 20 horas en total y en el camino no faltaron inconvenientes.
Viajar en moto es superar los obstáculos que se plantean en el camino
Sucedió en la ruta que la moto de Arturo empezó a tener inconvenientes con el motor. Varias veces se paró en seco, pero finalmente lograron que pudiera seguir. El pueblo más cercano estaba a diez km de distancia y casi llegando, la moto dio un resoplido tremendo y los dejó de a pie en medio de la ruta. Los amigos lograron empujarla los últimos 3 km. hasta finalmente, entrar al poblado.
Allí, fue un alivio encontrarse con gente increíble que los hospedó y ayudó a reparar la moto de Arturo. Al final el inconveniente resultó una bendición. Los muchachos no habían tenido en cuenta que habían pasado por una estación de combustible que no estaba bien señalizada y que por eso no vieron, y que la próxima estación estaba a varios km de distancia y a la cual no habrían podido llegar si no hubiera sido por la avería de la moto de Arturo, lo que les permitió abastecerse y seguir la marcha con el recorrido planeado.
También, dice –Sáenz Valiente- que con esta eventualidad que les ocurrió con la moto de Arturo , se dieron cuenta de la calidad de la gente que habita en nuestro país y de su maravillosa hospitalidad. En esta pequeña y escondida localidad llamada “Paraje Las Golondrinas” hicieron posta 4 días y al final la gente no quería dejarlos ir.
Llegar en moto a Lago Puelo: destino soñado
Cuando las motos cruzaron el cartel de ingreso a Lago Puelo, dicen los muchachos, que no pudieron evitar que se les cayeran unas lágrimas. Tuvieron que bajar de sus motos para darse ese abrazo soñado e hicieron un alto ahí mismo , abrieron unas cervezas y brindaron con las maravillosas montañas nevadas de fondo.
Respirar ese aire increíble les hizo bajar un cambio y serenarse. Ya habían llegado y ahora era el momento de pasear con tranquilidad y diseñar los lugares que verían los próximos días con la moto.
Al despuntar el día , la mañana siguiente los tres amigos tomaron sus motos y fueron a pasear al Lago Puelo. Dicen que fue hermoso ver el color del lago ,de intenso aguamarina y quedarse allí frente a tanta belleza. El lago incomparable, llevando sus aguas de deshielo hacia el pacífico y ellos bordeando sus contornos con la moto… un paseo imperdible , que realizaron a su antojo, sin medir el tiempo transcurrido, todo gracias a la moto; porque el hacer el recorrido de este modo, les permitió ajustarse sólo al ritmo interior que les dictaba el momento y a poder apreciar todo de diferente manera. No estábamos pendientes del horario del bus, ni de que se nos hiciera tarde para almorzar-dice divertido Sáenz Valiente. Solo queríamos disfrutar del paisaje y del silencio- agrega.
Dicen los muchachos que esta aventura compartida con la moto los unió más como amigos y los hizo conocerse verdaderamente. Las rutas del sur, aclaran , son sólo para valientes ya que hay que tener mucha fortaleza interior para atravesar miles y miles de kilómetros en los que te encontrás que no hay nada y que estás en medio de un desierto absoluto, vos , tus amigos y la moto.
A pesar de todo lo viajado y de las horas desiertas a puro viento y soledad, la recompensa es incomparable a la hora de llegar a destino. Poder estacionar la moto frente al espejo de agua incomparable del Lago Puelo es algo que no tiene precio. Pero por sobre todo, lo más lindo es que viajaste en moto y compartiste un sueño con tus amigos , dice Sáenz Valiente- nada en la vida te devuelve estos instantes mágicos y seguramente cuando seamos viejos , aún recordaremos esta travesía al sur, los paisajes y gentes maravillosas que conocimos. Nos quedan mil anécdotas en el alma y seguro con ellas podríamos escribir un libro o tal vez dos, -se ríe Sáenz Valiente- Pero hoy lo maravilloso es poder compartirlo con ustedes- finaliza.