Nadia Guthmann

Pegaso: la escultura que custodia los sueños universitarios.


Marcelo Hidalgo Sola, presenta un recorrido en moto para conocer una esbelta figura que une fantasía y realidad. Un caballo alado, obra de la escultora Nadia Guthmann, que custodia con su onírica impronta el ingreso al campus de la Universidad de San Martín.

 Hay que frotarse los ojos para caer en la cuenta de que lo que observamos es real, porque el magnífico Pegaso alado parece salido de un sueño surreal. Sin embargo, allí luce de pie, a la entrada del campus Migueletes de la Universidad de San Martín. Y, con su magnífico porte y figura etérea, anima a los estudiantes a creer en los sueños y desafiarse a sí mismos, imaginando que pueden lograr volar alto si se lo proponen. 

Su porte cautiva a propios y extraños. Y muchos, grandes y niños se acercan para contemplarlo y disfrutarlo. Los niños lo miran con ojitos atónitos y hasta se animan a saludar a este hermoso caballo de ensueño cuando pasan a su lado.

La escultora Nadia Guthmann, amante de la figura mitológica del Pegaso desde su más tierna infancia, ideó su propio caballo metálico con alas con la idea de emplazarlo en un lugar donde se crucen la ciencia, el arte y la mitología y por ello, es que se encuentra ubicado en la entrada al Campus de la USAM.

En la Antigua Grecia, Pegaso era considerado el único caballo alado que existía en la Tierra. Vivía en libertad pastando en un monte y ningún hombre había podido domesticarlo. Según la leyenda, había nacido del cuello de la Gorgona, cuando Perseo la mató en el mar. Su padre Poseidón y su hermano gemelo, Crisaor. Pero otra versión sostiene que nació en la tierra, fecundado por la sangre derramada de la Gorgona, cuando Perseo la asesinó. Al nacer, Pegaso fue al Olimpo, donde se puso-explica Marcelo Hidalgo Sola-, a las órdenes de Zeus.

 

Un Pegaso custodio de sueños jóvenes

Su llegada e instalación en el predio de la USAM, fue parte del proyecto “25 años, 25 esculturas” impulsado por la Universidad. Nadia Guthmann, contó acerca de su idea lo siguiente: “Tenía que ser un coloso, suficientemente grande para el espacio abierto en el cual sería emplazado. Algo impactante y desafiante, que inspirara a los más jóvenes, el gusto por realizar cosas grandes y creer en los sueños. Pero, yo no había hecho esculturas de más de dos o tres metros de alto… Por ello, este trabajo para mí fue una apuesta enorme” dice la artista.

Respecto a lo que el Pegaso convoca en su ser ,Guthmann explica : “la idea de un caballo alado vino a mi mente como el resultado de la unión poética y armoniosa de dos seres, uno terrestre y otro alado, cuyas cualidades se potencian entre sí. Quería que la escultura materializara imaginación y fantasía en el mundo cotidiano. Una presencia que pudiera habitar amistosamente en un espacio público invitando a la libertad interior. Este caballo tenía que tener un gesto tierno y suave y, a la vez lleno de vida; y el ave en su interior confirmaría la coexistencia de distintos mundos que interactúan, de un interior y un exterior cuyos límites se traspasan” destacó la artista.

La escultura de Pegaso se inauguró en 2017 y luce imponente sus 500 x 300 x 400 cm en metal desplegado en forma de malla metálica de color ferroso y traslúcida, que deja ver a través de sí el ave con la que se funde.

 

Acerca de la artista

Guthmann nació en 1964 en Buenos Aires y desde 1977 reside en San Carlos de Bariloche. Allí, a orillas del lago Gutiérrez vive y crea sus obras. Además de escultora y artista, Guthmann es bióloga egresada de la Universidad Nacional del Comahue. En su particular hacer, logró unir conceptos biológicos y escultóricos. Según explicó, “el incluir una figura de un animal dentro de otro quiebra la idea de individuos separados y sugiere otro tipo de unidad natural, profunda y vital, como la que se da en los ecosistemas”.

La artista, en particular mímesis creativa con la naturaleza y sus procesos vitales, busca en sus obras “combinar lo biológico con lo ecológico y con cuestiones humanas. Los tópicos de lo salvaje versus lo domesticado, lo sumiso respecto de lo rebelde, lo autóctono versus lo exótico, son ejes vitales sobre los cuales gira su obra ” y Pegaso “ obra como una unión de dos animales que podrían estar coexistiendo en un ambiente, como es en este caso un caballo y una garza. La convivencia que aquí se da es beneficiosas para ambos , porque el caballo está bien firme asentado en la tierra, que es un poco la imagen del cuerpo, la materialización, y esta ave que está en su interior vuela y simboliza el alma que le de vuelo a nuestra humana materialidad en el diario vivir . Lo que con esta idea quiero decir es que uno puede estar bien parado en la tierra y volar con la imaginación al mismo tiempo ” –concluyo la autora.

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