Marcelo Hidalgo Sola presenta la historia de un mural realizado por Siqueiros, Berni, Castagnino y Spilimbergo

Un recorrido en moto hasta las aguas subterráneas de un famoso Mural


Marcelo Hidalgo Sola presenta la historia de un mural realizado por Siqueiros, Berni, Castagnino y Spilimbergo que yació en el olvido por décadas. Restaurado y puesto a punto para ser exhibido, esta obra de arte puede ser visitada en el Museo del Bicentenario de Casa Rosada.

En la vieja Aduana Taylor hoy se encuentra el Museo del Bicentenario. La propuesta cultural del día nos llevará, a ritmo tranquilo, a estacionar la moto frente a sus puertas para descubrir un particular mural que allí se custodia. La historia que envuelve al mural, es la de un derrotero que alberga momentos dignos de película con actores célebres como el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros y los pintores Berni, Spilimbergo, y Castagnino.

El mural se encuentra emplazado en un recinto especialmente diseñado para su exposición que se asemeja y lo hace lucir tal cual como lo hacía en el sótano de la quinta “Los Granados” propiedad del dueño del diario Crítica, Natalio Botana, en el cual fue realizado por el grupo de artistas.

Allí, este “ejercicio plástico” fue ejecutado por el solo hecho de experimentar nuevos efectos visuales. En él, los pintores querían lograr un objetivo ambicioso: que la escena lograda se pareciera lo más posible a la visual que una persona en la vida real puede tener al contemplar, desde una burbuja, el fondo del mar y sus criaturas.

Algo que hasta el momento nunca había sido logrado con maestría por pintor alguno. Como inspiración para la escena, Blanca Luz Brum, esposa de Siqueiros posó como modelo. La experiencia dejó a Blanca Luz retratada en diferentes poses marinas. Cual sirena, el cuerpo de Blanca Luz adquiere dimensiones colosales. Su larga cabellera negra acompaña como medusa marina a las figuras imposibles de un cuerpo armonioso que, sin esfuerzo , sondea lo profundo de las aguas – explica Marcelo Hidalgo Sola-

Todo el lugar logra sumergir al espectador en una verdadera burbuja bajo el mar, donde las impresionantes figuras de Blanca Luz en escorzo parecen eyectarse de las paredes. Las exultantes figuras femeninas, se retuercen en posiciones impensadas. “Una pintura del todo dinámica para un espectador dinámico y atento. Al cadáver académico, al snob objetivista, no le pertenecerá más que en mínima proporción”, disparaba el manifiesto del grupo de artistas autor del mural.

Los comienzos de la gesta del sorprendente mural

La historia juntó a estos cinco genios de la pintura en la década del 30,cuando David Alfaro Siqueiros, maestro del muralismo mexicano, hombre de armas tomar, llegó a la Argentina. No sospechaba que iba a terminar pintando un mural en el sótano de la casa del millonario fundador del diario Crítica, Natalio Botana, y menos aún que ésa obra iba a ser foco de pleitos y de un juicio. Siqueiros ya era alguien consagrado, el hombre que participó en la revolución mexicana y en el bando republicano en la Guerra Civil Española, el creador del taller experimental en Nueva York y el artista para el que arte y vida eran unidad indivisible. Por ello, pintar un mural con otros pintores geniales en un país lejano, le resultó una experiencia lúdica y relajante.

Invitado por Victoria Ocampo, Siqueiros llegó a la Argentina para dar una serie de conferencias en la Asociación Amigos del Arte, pero fueron canceladas apenas manifestó abiertamente su apoyo al arte revolucionario. Ante la falta de muros donde plasmar su arte social, aceptó la propuesta de Botana de realizar un mural en su quinta “Los Granados”. Y con Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Lino Spilimbergo y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro pintó paredes, techos y piso del oscuro sótano de 90 metros cúbicos: un “ejercicio plástico” a contrapelo de la temática política y social que lo caracterizó.

La ruta hacia el olvido no es definitiva

La trágica historia de Ejercicio plástico comenzó en 1941 cuando Botana murió y la famosa quinta por la que pasaron Federico García Lorca, Pablo Neruda y José Ortega y Gasset, entre otras figuras de la época, se loteó para su venta. La finca, con el sótano, fue comprada por Álvaro Alsogaray, cuya esposa habría mandado a darle un lampazo de cal porque lo consideraba obsceno. En 1989 la quinta fue adquirida por la firma Seville S.A., cuyo presidente, Héctor Mendizábal, desmontó el mural y, seccionado en paneles, lo instaló en contenedores, para volverlo a montar: su sueño era pasearlo por el mundo. Tras la quiebra de la empresa, en 1994, el mural fue comprado por Dencanor S.A., una ignota firma uruguaya. Tanto los acreedores de la empresa en quiebra como los nuevos compradores se atribuyeron la propiedad del mural y el pleito llegó a un juicio. En 2008, con acuerdo de las partes en litigio, el Estado rescató el mural del depósito de San Justo, donde pasó la friolera de 17 años. Una vez restaurado por completo se estudió la manera de montar el mural en un recinto especial en el predio que fuera alguna vez la Aduana Taylor y en 2010 devenido Museo del Bicentenario. Desde entonces, todos los que deseen realizar un paseo por el fondo del mar sin mojarse los pies, pueden acercarse hasta el Museo y contemplar esta magnífica obra de arte con sus propios ojos y desde la propia burbuja. El pincel de los gigantes de la pintura argentina y del genial muralista mexicano los llevarán por una especie de viaje por una montaña rusa submarina escondida en un sótano subterráneo. Una experiencia imperdible. 

 

Related Posts