viaje en moto Marcelo Hidalgo Sola

Un recorrido en moto por las Barrancas de Belgrano


Marcelo Hildalgo Sola , y los “moto-kulturals”, exploran  los rincones más desconocidos  del punto más conocido del Barrio de Belgrano : Las Barrancas. Hoy nos traen pinceladas de sus verdes lomadas, esculturas y muchos detalles históricos más.

Belgrano es un barrio distinguido y coqueto.  Con zonas de urbanización apretada y calles bulliciosas y  también,  con espacios que son un remanso de paz. Los fines de semana se abre un escenario diferente y el barrio respira una armonía especial  que invita a pasear y descubrirlo con mirada de turista. Por eso  los moto-kulturals  , este grupo urbano de paseadores en moto, querían respirar aire puro y disfrutar  del sol y del verde en abundancia , por eso enfilaron sus motos hasta allí.

 La moto se estaciona frente a la réplica de la Estatua de la Libertad de NY.

 Con un poco de curiosidad e imaginación, los escenarios lejanos pueden materializarse frente a nosotros de  una  manera diferente. Por ejemplo, estar en Belgrano y vislumbrar un poco de New York es posible  si estacionamos la moto sobre la calle La Pampa intersección con 11 de septiembre. Aquí la  parte lindera de las Barrancas que da a esta la calle nos pone frente a el primer descubrimiento del día:  una réplica de la Estatua de la Libertad original.

Es probable que muchos al pasar, no hayan prestado la menor atención a esta pequeña estatua que está emplazada , casi escondida, en un lateral de las Barrancas. Está hecha de hierro fundido rojo y no es la única réplica que tiene la ciudad de Buenos Aires: otra réplica asoma en el vértice de la fachada de una escuela, en Callao 450. Y lo más curioso es que fue inaugurada 25 días antes que su gemela más famosa, la norteamericana.

Obra del escultor francés Fréderic Auguste Bartholdi,-explica Marcelo Hidalgo Sola-, fue realizada siguiendo el modelo a escala reducida, de la que está emplazada en la entrada al puerto de la Ciudad de Nueva York. Aquella estatua original mide 46 metros de altura y fue un regalo de Francia a los Estados Unidos realizado en 1876, en ocasión de cumplirse el centenario de la Independencia del país.

Esta réplica fue adquirida por la Municipalidad de Buenos Aires a Francia junto a otras esculturas. En  1986 tuvo que ser restaurada debido a un atentado que la había dañado. La imagen guarda su secreto escondido justo al pie. Para verlo hay que entrar en la plaza un momento-aunque está prohibido pisar el césped allí – acercarse a la base y leer : “Fondu pour Le Val D’Osne 68,8 rue Voltaire, París. A. Bartholdi”.  Lo que constata que es un original.

El origen del Paseo de la Barrancas

 Los terrenos de las “barrancas” fueron adquiridos a la desaparecida Municipalidad de Belgrano en 1871 por gente de la zona para ser convertidos en un paseo público.  Este lugar era conocido en aquel entonces como “La Calera”, ya que aquí  existían yacimientos de piedra caliza que explotaban los padres franciscanos.

Las barrancas son tres  y son de perímetro irregular. Una buena parte de sus senderos pertenecen a la época de su parquización . Son ladrillos originales de San Isidro, donde se hacían desde el  siglo XVIII.  Cocidos rústicamente , de barro colorado , aportan calidez a todo el recorrido de los senderos , que parecen estar hechos al capricho del transeúnte, con recorridos irregulares , que suben y bajan  las lomadas de las barrancas , recorriéndolas y circundándolas  ofreciendo al caminante  la mejor vista de conjunto posible a cada momento.

El diseño fue realizado por el magistral paisajista Carlos Thays, su mano está presente en el aire señorial y distinguido del trazo de los paseos y  en la selección de las especies de árboles y plantas que cuidadosamente fueron elegidos para hermosear  el lugar y crear espacios abiertos y de sombra, teniendo en cuenta la disposición solar en cada momento del día.

La moto descubre la  fuente de los delfines.

Transitando en moto la calle Sucre, en el cruce con la calle 11 de septiembre  nos encontramos con una fuente majestuosa . De forma circular , y  de cinco metros de alto , en su  centro se levantan cuatro frentes de delfines, esculpidos al estilo clásico de las fuentes italianas , simulando dioses marinos. Unos delfines que parecen salidos del centro de la tierra, de una guarida oceánica divina. Sus bocas se abren para dejar salir el agua como un fresco manantial.

Esta obra fue donada por el empresario Naviero Nicolás Mihanovich y realizada por el escultor italiano José Arduino, quien nació en el Piamonte, Italia en 1857, y murió en Buenos Aires en 1912.  El mármol que utilizó en la obra es de tipo dolomítico y proviene de las canteras de la ciudad bonaerense de Azul. Los cuatro delfines del cuerpo central en cambio , fueron tallados íntegramente en mármol de carrara, lo que demuestra la calidad del encargo y combina a la perfección con la calidad de  ejecución de la obra.

 Para muchos es una de las fuentes más bellas de la ciudad, las proporciones son las exactas, la obra en conjunto despliega una belleza que subyuga . Las figuras son delicadas y fuertes en su expresión, el conjunto es armonioso y se luce a la perfección por estar ubicada de lleno en el cruce de dos calles cuyo fondo es el verde intenso de las barrancas. Las calles, de empedrado original le dan un toque parisino al cuadro  que nos remonta al momento en que fue hecho este diseño: La Argentina monumental de la Belle Epòque, en donde lo europeo era el modelo a imitar en todo sentido, y al cual aspiraba nuestra clase dirigente. El objetivo era importar escenas de París y hacerla visibles en el escenario cotidiano de la vida porteña. Y, podemos decir a ciencia cierta que con las Barrancas del Belgrano, lo han logrado con creces. Uno no podría decir exactamente qué es lo que ve de París aquí pero,  lo que no se puede negar es que este rincón tiene un poco de su belleza, de ese toque que invita a descubrir lo mágico  a todo aquel que se llegue hasta aquí para disfrutarlo.

 

 

 

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