Escultura de María Antonia de San José, la 'fundadora espiritual' de la Patria

Una moto a los pies de la ‘fundadora espiritual’ de la Patria


Marcelo Hidalgo Sola  nos lleva en moto hasta  Cerrito y Marcelo T. de Alvear donde se encuentra un bajorrelieve con la figura de la beata María Antonia de San José. El homenaje a una mujer admirable que en su tiempo formó espiritualmente a los hombres de Mayo y protegió a los niños y mujeres desamparados en la Buenos Aires virreinal.

El bajo relieve de cemento, obra del escultor Luis Quiroz – austero y de líneas simples-, captó a la perfección la esencia vital de María Antonia de Paz y Figueroa. La beata luce tal cual como se presentó en las calles de Buenos Aires luego de caminar, sin descanso, varios miles de kilómetros desde su Santiago del Estero natal. 

Cruzó la Argentina a pie, descalza , con un hábito de jesuita y para protección, llevaba en su pecho una gran cruz de Jesús niño y un bastón de peregrino para ahuyentar a las fieras. Debía llegar a Buenos Aires y llevar adelante su misión.

Luego que los jesuitas fueron expulsados de los territorios virreinales de América en 1767, alguien debía continuar con la misión de difusión de los Ejercicios Espirituales, el gran legado de San Ignacio de Loyola , su fundador. 

Cuna de privilegio para una hija rebelde

María Antonia de Paz y Figueroa, laica , nacida de una familia rica de Santiago del Estero, lo dejó todo y salió para Buenos Aires con el fin de levantar con la ayuda de Dios, una casa para realizar los Ejercicios Espirituales. Allí debían reunirse pobres y ricos, cultos y analfabetos para ejercitar el alma. 

Como el físico necesita entrenamiento, el alma lo mismo , solo que el fin es conocer y escuchar la voz de Dios decía María Antonia de San José. Apellido que tomó por su amor al padre terrenal de Jesús, y que vistió de humildad -explica Marcelo Hidalgo Sola- su nombre , al dejar atrás para siempre el aristocrático de Paz y Figueroa.

Mama Antula era el nombre con el que la habían bautizado los pobres (indios) de su Santiago del Estero . ‘Mama’ por su bondad y ‘Antula” , por el diminutivo de Antonia en quechua. Sin lugar a dudas, era una mujer de coraje a la que no amedrentaban las dificultades . Recorrió a pie y sola , los precarios caminos del interior del país en el 1700. Se cree que fueron unos 5.000 kilómetros caminados, por el virreinato del Perú -en las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba-, y cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata se instaló en las costas porteñas, donde “puso de moda” los ejercicios espirituales ignacianos y construyó uno de los edificios más antiguos de la ciudad: la Santa Casa de Ejercicios (1784), aún en funcionamiento, manteniendo vivo el legado de la Compañía de Jesús mediante la realización de los retiros de su fundador, San Ignacio de Loyola.

Pocos libros pero mucha sabiduría de dirección espiritual

De poca o ninguna belleza, de saberes intelectuales pobrísimos, acusada de loca y de bruja, el peso histórico de Mama Antula en los sucesos independentistas de la Argentina quizá haya sido más importante que el religioso, aunque ahora se encuentra olvidado. Desde su humildad y por su gran sabiduría supo ganarse a todos:  clérigos, comerciantes acaudalados, letrados , damas de la sociedad y a las pobres, a quienes trataba con igual deferencia.

Es considerada la ‘madre espiritual’ de la Patria: de las multitudinarias tandas de ejercicios espirituales realizados por ella en la Santa Casa, participaron varios próceres de la independencia, como Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga y hasta el Virrey Santiago de Liniers, según constaba en archivos guardados en 6 cajas que iban a ser remitidas a la Santa Sede, y que fueron perdidas luego del ataque durante el que incendió la Curia de Buenos Aires en junio de 1955.

No es capricho llamarla “mujer fuerte”: mientras ella vivía, se editó en Europa un librito con su correspondencia con los jesuitas expulsados en Europa, llamado “El estandarte de la mujer fuerte”. A esas cartas, llenas de alusiones históricas -como la dedicada a la revuelta de Tupac Amaru en Cusco-, los filólogos la consideran la primera literatura originaria del Río de la Plata.

El trabajo social y espiritual de Mama Antula

Su tarea como laica, ya que nunca fue monja, tuvo un fuerte impacto social: protegía a las mujeres sin casa y albergaba a los niños abandonados, alimentándose, vistiéndose, dándoles un hogar y bautizándolos con el apellido “San José”.

En las tandas de Ejercicios Espirituales conviven ambos sexos de todas las clases sociales y condiciones: autoridades, patricios, nobles, criollos, campesinos, mercaderes y esclavos, en un preclaro ejercicio de fraternidad humana.

Era una mujer poderosa: en la Buenos Aires colonial de entonces, en la que la Iglesia tenía tanto o más peso político que el Virrey, ningún seminarista podía ser ordenado si antes Mama Antula no había certificado su comportamiento durante los Ejercicios Espirituales.

María Antonia de San José falleció un 7 de marzo de 1799 con olor a santidad. Luego de realizar una tarea de evangelización, social y espiritual sin precedentes en aquel entonces. Por ello, el bajorrelieve con su estampa nos recuerda que en los albores de la Patria -cuando aún el territorio formaba parte del virreinato del Perú- una mujer laica, vestida con ropa de varón (un hábito jesuita), puso en valor la dignidad femenina, en épocas en las que las mujeres vivían para ser madres o para ser monjas, no leían ni escribían y les estaba vedada toda actuación social independiente respecto de un hombre. 

María Antonia dio vuelta todas las convenciones  y roles sociales en pos del bien espiritual y material de la gente sin distinción de clase u origen alguno.  Seguro, mucho más que lo que imaginó  cuando salió de su Santiago del Estero natal y emprendió a pie la aventura de su vida.

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