Paseo en moto

Ignacio Sáenz Valiente y un mini tour en moto por el Río de la Plata


El Río de la Plata, alma del sentir porteño, culpable de la nostalgia ancestral de los habitantes de Buenos Aires, es con sus aguas anchas un recorrido  que invita  al paseo, a la contemplación, a degustar un choripán en sus orillas  y a la pesca profesional y amateur.

Dicen que por su anchura se parece al mar. Su color pardo le viene del limo que vive suspendido en la superficie. Si bien es un río manso, el río de la Plata puede presentar toda la bravura de las aguas profundas. El viento del sudeste le arrebata su calma, dificultando la navegación y provocando la inundación de las zonas bajas de La Boca y Barracas. Sin embargo, esta circunstancia ha dado a estos barrios vecinos de la costa rioplatense una singular fisonomía. La Boca, se convirtió por este defecto del río, en una zona de casas en altura, sobre pilotes arraigados en la tierra que elevan a la categoría de postal el espacio urbano.  Pero, volviendo al río, su lecho de barro esconde un mapa de bancos y canales. Si uno viniera de río adentro y quisiera fondear un velero frente a la Casa de Gobierno, esto sería imposible. Una serie de bancos de arena se levantan como una barrera invisible y cortan el paso. Por ello, el río tiene que ser dragado una y otra vez para despejar los canales de navegación que se abren varios kilómetros aguas adentro y que permiten la navegación de los buques comerciales así como también los de pasajeros que tienen sus plataformas de embarque y descarga , en el Puerto de Buenos Aires. Por eso para fortuna de los porteños de todos los tiempos, Buenos Aires es un puerto casi inaccesible para los invasores –explica Ignacio Sáez Valiente- , ya que llegado cierto punto, los bancos  de arena estarán cumpliendo el papel de ángeles de la guarda portuarios, impidiendo el acceso directo a la ciudad.

Su descubrimiento es uno de los tantos enigmas de nuestra historia; el primero quizá, de la historia argentina. Algunos autores sostienen que Vicente Yánez Pinzón y Juan Díaz de Solís lo hicieron en 1508; otros autores dicen que fue en 1516. No faltan aquellos que atribuyen el descubrimiento a Américo Vespucio en 1501. También dicen que en 1512 lo hicieron Manuel Nuño y Cristóbal de Haro. La versión más difundida es que lo descubre Juan Díaz de Solís, quien llega a su desembocadura el 2 de febrero de 1516, el día Nuestra Señora de la Candelaria.

 El río fue determinante en las dos fundaciones de Buenos Aires, ya que debía permitir la fácil salida al océano y la aproximación a la orilla. Ambas fundaciones se localizaron en el tramo de mayor elevación del río de la Plata desde Punta Chica, en San Fernando, hasta la ensenada de Barragán, al sur de la ciudad de La Plata. Además, frente a la actual calle Venezuela  (barrio de Montserrat), existía una profundidad mayor del río, el  llamado “pozo”, donde anclaban los navíos mayores. La importancia que atribuyó Garay al frente sobre el Plata se advierte al recordar que las “suertes de estancias”  del reparto de las tierras que él dispuso,  tenían entre 200 y 400 varas de frente sobre el río, extendiéndose desde allí hasta una legua y media hasta el interior.

Los elementos geográficos fundamentales del paisaje  de la ciudad de Buenos Aires han sido el río de la Plata y la pampa ondulada. Con el transcurso del tiempo el río y las vastas llanuras existentes  fueron perdiendo sus rasgos primitivos: la orilla del río, por las obras portuarias y de rellenado que han llevado a la costa considerablemente más al este de lo que la hallaron los conquistadores, y la pampa ondulada, como resultado  del constante proceso de edificación y pavimentación.

Los datos exactos dicen que topográficamente, su orilla actual queda, por lo general , separada del agua por un extenso desplayado (salvo en la zona de la estación Retiro del Ferrocarril Mitre) hasta alcanzar una longitud de casi media legua frente al barrio de Belgrano.

Esta meseta , que llega a tener  treinta y dos metros en el barrio de Constitución y treinta y cuatro metros en el oeste de la Plaza de Mayo, barrio de Montserrat, se encontraba recortada por depresiones ocupadas por arroyos.

La barranca frente al río (desde la calle Moreno hasta algo más al norte de la Avenida Córdoba) era abrupta, y si bien ha sido modificada, es posible observar aún la brusca subida de las calles Viamonte, Tucumán, Corrientes, Hipólito  Yrigoyen, entre otras.

Por otra parte, según las descripciones de la época, el embarque de pasajeros se hacía donde la Avenida Belgrano corta Paseo Colón, o bien pasando Córdoba. La altura de la barranca era de aproximadamente veinte metros en el SE del Parque Lezama y en donde está hoy la Casa de Gobierno.

Más allá de hacerse nota, el río de la Plata con sus 220 kilómetros acompaña la vida de los habitantes de Buenos Aires en silencio. No todos se acuerdan que está allí porque la ciudad se diría se construyó dándole la espalda al río. Sin embargo, la vía Costanera es un excelente mirador que permite contemplar su majestuosidad y su aire de nostalgia de mar, ya que siendo río no está coronado por ningún puente. Se extiende en su ir y venir de aguas, acompasando los ritmos urbanos, invitando a disfrutar de su hermosa costanera, de sus amplios espacios para la pesca y para el deporte: ciclistas, runners, patinadores pueden realizar sus prácticas con el sonido del río y con el desfile de veleros de mediano porte como escenario de fondo. El Club de Pescadores con su muelle y edificio sobre el nivel del río es una excelente opción para sentirse en medio de las aguas y pasar un agradable momento con una vista imperdible de todo el paseo Costanera. 

En bicicleta, a pie, en auto o en moto llegarse hasta la costa de la ciudad de Buenos Aires siempre será un momento ganado a la rutina y perfecto para relajarse , contemplar y dejarse llevar por el ir y venir de las aguas que llevan la impronta sutil de la nostalgia y la melancolía orillera  porteña.

 

 

 

 

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