138 T Marcelo Hidalgo Sola y una moto tras las huellas de la arquitectura parisina en B.A.


Hoy realizamos una recorrida particular con datos y fotos por edificios que tienen sus “gemelos” o fuentes de inspiración en la exquisita París y también un poco más allá, por tierras del lejano Oriente. 

 

Los destellos de la residencia real de Versalles pueden percibirse de modo claro y contundente en la sede de la actual embajada de Francia que funciona en lo que fuera el antiguo Palacio Ortiz Basualdo . Aquí en el Salón de baile, también conocido como salón Dorado, se ven los ecos de la distinguida construcción palaciega de los reyes de Francia. 

De hecho, cuando uno visita hoy los palacios que se conservan en la ciudad de Buenos Aires, también conocida como la París de sudamérica -salvo en los que fueron rediseñados como museos- al ingresar en ellos, uno puede trasladarse como por arte magia, en un abrir y cerrar de ojos, hasta esa ciudad y hasta otras de la vieja Europa. En un instante, el refulgir de los caireles y los detalles dorados en cimbreantes formas ornamentales son, en este caso, un pasaje directo a la corte de Luis XVI y a su opulenta y deslumbrante vida palaciega. 

También, hay muchas otras fachadas en Buenos Aires de corte más modesto -aunque no por ello menos ambicioso-, que pueden trasladar al simple transeúnte urbano de un tris , hasta a las orillas del Sena. Son tan parisinas muchas de las vistas porteñas con sus ventanas abalconadas y áticos con ojo de buhardillas, que bien podría estar uno frente también frente al Sena , contemplando sus aguas tranquilas desde la baranda de un puente en la mítica ciudad luz. 

 

Arquitectura parisina y ecléctica

Si bien , la Ciudad de Buenos Aires es un abanico de construcciones con influencias -explica Marcelo Hidalgo Sola- de todo tipo y en extremo diversas, en este lado del océano, la mezcla y combinación de estilos fue la regla y aún hoy lo es. A pesar de que la ciudad tuvo influencias de “modelos” del todo célebres, como el Palacio de Versalles, hubo algunos casi secretos, como en el caso del tempo ubicado en la India – de los siglos XI o XII- cuyas reminiscencias se fundieron a las notas armónicas neorrenacentistas -entre varios otros- en la distinguida cúpula del Palacio Barolo.

 

Pero, volviendo al ex Palacio Ortiz Basualdo, este es un claro ejemplo del mix de influencias que marcaron a la arquitectura de la capital porteña durante los comienzos del siglo XX, momentos del auge del modelo agroexportador. Un particular hito en la historia del país, en dónde la economía se levantaba con fuerza y la Argentina era considerada como ‘el granero del mundo”.

Los reflejos de estas épocas de bonanza se plasmaron en una arquitectura que invitaba a soñar con réplicas de residencias y palacios europeos y también, con ecos del lejano oriente como la India. 

 

El Palacio Ortiz Basualdo un ícono de su tiempo 

El Ortiz Basualdo lleva , además de las huellas del Palacio de Versalles , numerosas inspiraciones de corte inglés como la famosa rosa emblema de la Casa Tudor que tapiza los techos de la Biblioteca. Y, también se encuentran modelos de famosas y distinguidas rosas escandinavas: las que pueden apreciarse en el salón comedor que son copia de las originales del Palacio Real de Oslo, Noruega, que fuera construido en el siglo XIX.

El palacio fue proyectado a todo lujo en el año 1912 como vivienda familiar. Su diseñador fue el arquitecto Paul Pater ,un francés que también fue el creador del Tigre Club, que es hoy la sede del Museo de Arte de Tigre-. Por ello, la construcción del Ortiz Basualdo guarda marcados rasgos del estilo academicista francés, en auge en aquellos años dorados del siglo XX.

La construcción fue concluida en 1918 y fue el escenario predilecto de la vida social porteña de su tiempo. Durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear , en 1925, fue la residencia en que se hospedó el príncipe de Gales durante su visita al país, momento en que la Argentina y el barrio se encontraban en su época de máximo apogeo. El palacio fue el centro de los elogios del príncipe inglés, tanto por sus confortables instalaciones como por el gran y majestuoso diseño del edificio. 

En 1939, el palacio cerró su gloria para el público de la distinguida élite de Buenos Aires. Cesaron los bailes, reuniones y las veladas con invitados internacionales provenientes de los cuatro puntos cardinales del globo. El fallecimiento de su dueño Daniel Ortiz Basualdo, puso fin a una época dorada para el palacio ya que su esposa, decidió poner a la venta la propiedad.

Por ello, se pusieron en marcha para encontrar a los nuevos dueños . Al fin de muchas negociaciones , la residencia fue adquirida por el gobierno francés, quien tomaría posesión definitiva de la extraordinaria propiedad para transformarla en la nueva sede diplomática de Francia al destinarla como embajada en la ciudad de Buenos Aires 

 

Related Posts