viaje en moto y café literario

Marcelo Hidalgo Sola nos lleva en moto a tomar un café con Julio Cortázar


En Avenida de Mayo esquina Perú, la confitería London City nos recibe con su protocolo de bar notable: con una pastelería exquisita  y mozos vestidos a la antigua usanza. El detalle, es que aquí en una mesa, nos espera Julio Cortázar para invitarnos a un viaje muy especial.

Los moto kultural siempre están buscando el mejor itinerario porteño para disfrutar de la pasión por las motos y la cultura. La curiosidad innata en el grupo hace que todas las semanas encuentren perlas  preciosas, nuevos paseos y puntos turísticos interesantes en la ciudad de Buenos Aires.  El desafío es el detalle de color, aquello que nos pueda saciar el espíritu con la belleza de una fachada, de una figura bellamente realizada, o una  buena historia que acompañe los escenarios recorridos con la moto.

Es ya conocida por todos la pasión por París de muchos de los integrantes del grupo; por eso la Avenida de Mayo, la más parisina dentro de las avenidas porteñas, es un recorrido inagotable, fuente permanente de nuevos descubrimientos para estos expertos curiosos. Desde su nacimiento, en el Congreso de la Nación, hasta su fin, en la Casa Rosada; con sus bulevares y edificios, esta avenida  es un despliegue de talento de su diseñador, el Barón Haussman, el mismo que diseñó los más lindo bulevares de París. Su tupida arboleda, que da aire y refresca el corazón de la City porteña es el marco perfecto para disfrutar de los más coquetos edificios, sus frentes elegantes y balcones señoriales. Un mirador perfecto hacia la Buenos Aires de principios del siglo XX, cuando en su imagen quería reflejar un poco de su modelo principal: la ciudad Luz.

Los moto kultural van transitando por la avenida de mayo – relata Marcelo Hidalgo Sola– estirando sus cuellos y levantando los ojos bien grandes a derecha e izquierda, los cortes de los semáforos ayudan a apreciar mejor y a detener la mirada en algún particular detalle de  arquitectura edilicia, de una  puerta fabulosa , o en el delicado dibujo forjado en el hierro de algunos balcones. Es que en esta avenida los diseños compiten en originalidad, en el vuelo creativo de los frentes o en las rejas cuyos trabajos parecen salidos de talleres reales por el ornamento y la perfecta ejecución.

 Las motos descubren las huellas del autor de “Rayuela”.

Así, en estado de sorpresa, llegamos a la esquina de Avenida de Mayo y Perú, donde se encuentra la confitería London City. Las motos se detienen y es la hora de disfrutar de un buen café. Los mozos se acercan vestidos de época, como en 1954 año de la inauguración de la confitería. Acá se puede degustar la mejor pastelería porteña y recomendamos dos especialidades de tortas, únicas de la casa. Mientras se toma el café se puede apreciar en las vidrieras de la London, una colección de obras de Julio Cortázar  junto a su conocida foto con el cigarrillo en la boca, de la fotógrafa Sara Facio, expuestas al público. Es que aquí venía el escritor diariamente a hilvanar palabra tras palabra su primera novela “Los premios”, publicada en 1960. Se sentaba siempre en la misa mesa, y cigarrillo mediante, se sumergía en el oficio de las palabras. Quien ingrese a la confitería , además de apreciar los detalles de las luminarias de 1950, su impronta porteña de época, la calidez de la madera y el mobiliario de entonces , también podrá apreciar que una mesa, guarda un cenicero y un cigarrillo encendido junto a un block de notas. Allí suspendida en el tiempo, la mesa donde Cortázar escribía, parece extrañar aún a su antiguo visitante.

Julio Cortázar se confundía entre tantísimos de otros ilustres concurrentes de entonces; es que a la sombra de la “London” se forjaron quizás las decisiones más importantes de la Patria. Esta confitería siempre tuvo una dinámica muy activa en su interior. Café céntrico, siempre estuvo atiborrado de funcionarios públicos, legisladores, diputados, secretarios. Y en los días existencia del diario “La Prensa”, al estar el edificio a unos pasos de sus puertas, la cafetería fue una extensión de la redacción.  Y además es vecina del Palacio Municipal y del Concejo Deliberante.

Julio Cortázar inicia en el escenario de la confitería su novela en donde un grupo de personas sale ganadora de un boleto para realizar  un viaje en barco. Allí son convocados los ganadores para comenzar la odisea pero, en el mientras tanto y café mediante, se van conociendo y disponiendo para la travesía.  Personajes por lo demás disímiles, descubren que han ganado un viaje pero todos ignoran el destino  y lo más curioso es que son adiestrados de antemano en cuestiones de protocolos de comportamiento de a bordo. Todos podrán circular libremente por el barco excepto de la prohibición expresa de visitar la popa. Esta medida, los toma de sorpresa y es aquí que todos comienzan a sospechar de que hay algo misterioso escondido allí y se abocan a la tarea de urdir planes para sabotear la orden y hacerse descubridores del misterio. Fantásticos planes que hacen de personas ordinarias, tremendos osados de abordo capaces de combatir hasta al más tremendo fantasma.  El final está escrito en las páginas de Cortázar pero desde las mesitas de la London, puede apreciarse ese aire que seguro fue el mismo que cautivó al escritor. El bullicio de los transeúntes, las farolas que a la tarde encantan el bulevar, las parejas que comparten un paseo tomados de la mano, toda una atmósfera poética que invita a la creación literaria.

Las motos estacionadas en la puerta de la London, son  las testigos de una tarde tranquila, llena de historia, literatura y del calor de una tertulia improvisada que los moto kulturals encienden en cada rincón donde se estacionan a disfrutar de  Buenos Aires. La París de Cortázar y  la París porteña, escritores y poetas, citas y frases  aparecieron iluminando la tarde, mezclados con las típicas discusiones sobre los aconteceres políticos y culturales de ayer y de hoy ; el escenario de fondo…la Avenida de Mayo , como entonces , como siempre.

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