Recuerdo del Pabellón Argentino Viaje en Moto

Marcelo Hidalgo Sola y el recuerdo del Pabellón Argentino.


La obra de arte arquitectónica lució esplendorosa en la Exposición Universal de París de 1889, mostrando al mundo las glorias de la Argentina. Hoy, en moto, nos dirigimos a conocer uno de los vestigios de su grandeza: un mástil y un conjunto escultórico de ángeles en un bulevar porteño.

Hoy realizamos en moto un paseo por una de las avenidas más elegantes de la ciudad. Se trata de un boulevard que recorre aproximadamente 10 cuadras, y que une los barrios de Belgrano, Colegiales y Villa Ortúzar. Es la bonita avenida de los Incas, que despliega árboles de las más diversas especies: pinos, palos borrachos, acacias, y en sus canteros centrales hay miles de buganvillias que en primavera florecen, poblando de azul y lilas el escenario visual de la avenida. Hay bancos en cada esquina, muy amplios, donde casi nadie se sienta a disfrutar de la vista de los edificios que, señoriales, se van renovando, algunos van quedando de estilo francés, otros que quisieron ser más modernos en su tiempo pero hoy ya están fuera del escenario de lo moderno se lucen a derecha e izquierda del boulevard. Estas cuadras son un remanso de paz y también un refugio de la cultura y de algunos tesoros que marcaron el pulso del despliegue nacional allá por el siglo XVIII.

Con el equipo de los moto kultural llegamos hasta esta zona de la capital con el objetivo de apreciar un grupo escultórico que está emplazado en el boulevard, en la intersección de avenida de los Incas y Zapiola. Muchos pasan por allí sin advertir un alto mástil que se alza, sin bandera argentina, pero que luce en la base unos ángeles bellamente logrados, que sólo despliegan su belleza si uno se acerca para contemplar el conjunto de cerca-explica Marcelo Hidalgo Sola-, Estos ángeles, tocando una trompeta y otros elementos musicales alegóricos, le hacen honor a la navegación argentina. Al saber esto inmediatamente asociamos a estos seres alados como patrones de aquellos que se hacen al mar, abriendo los caminos de la prosperidad y ayudando a que lleguen a buen puerto, los bienes materiales y culturales que la Argentina intercambiaría con el resto del mundo.

Las motos se estacionan para contemplar resabios de gloriosos tiempos nacionales.

Estos ángeles con su mástil son lo que quedó de la gloria de otros tiempos. Tiempos en los que la Argentina se vislumbraba como el granero del mundo y era llamada a presentar sus bondades al mundo. Por ello, cuando Francia invita a la Argentina a participar de la Gran Exposición Universal con motivo de conmemorar el centenario de la toma de la Bastilla en 1889, Argentina se prepara con bombos y platillos. Construye un mega stand de hierro y vidrio con esculturas alegóricas que fue elogiado en Francia y ganó un premio como mejor stand internacional en la exposición de París. Dicen que solo opacaba su brillo la Torre Eiffel que lucía imponente con sus 300 metros de altura, también estrenada con motivo de la trascendental fecha , justo al lado de la construcción que recibió el nombre de “Pabellón Argentino”.

Los ángeles que están hoy en la avenida de los Incas y que contemplamos entre el conjunto armonioso del boulevard, con sus árboles y canteros de flores, estaban emplazados en los vértices del Pabellón. Eran 4 conjuntos de ángeles y cada uno hacía mención a una riqueza del país: la navegación, la ganadería, las artes y la industria.

El mega edificio fue parte de la Exposición Nacional de París que fue abierta al público el 6 de mayo de 1889 y el 25 de mayo la delegación argentina fue la que hizo la inauguración oficial del pabellón. La concurrencia a la exposición universal fue un éxito. El Pabellón Argentino fue considerado uno de los mejores y la ocasión no podía ser más propicia como vidriera para la Nación y como exhibición de los mejores resultados de la paz, la libertad y del espíritu de emprendimiento. La República Argentina estaba a la vanguardia entre los pueblos progresistas y exitosos de aquel tiempo. Cabe decir que el gobierno gastó millones y millones en el Pabellón. Las expectativas estaban puestas en aquel momento en la ilusión de atraer capitales que financiaran sus proyectos de modernidad y de atraer inmigrantes europeos para poblar el país, siguiendo el sueño de Sarmiento.

El diseño de pabellón no hizo honor a la nación ya que lo diseñó un francés, el arquitecto Albert Ballú, quien se llevó todos los aplausos y le hizo gran publicidad a nuestro país de igual modo.

En París su interior estaba poblado de objetos e imágenes alusivas a los abundantes recursos naturales que el país ofrecía. Materias primas como carne refrigerada-una mercancía clave que comenzaría a ser exportada hacia el mercado británico, y que definiría las alianzas políticas y económicas de la Argentina durante la primera mitad del siglo XX- la máquina conservadora de carnes también se lucía expuesta al público en el primer piso del pabellón. También se exhibían rocas de nuestro suelo, diversos tipos de cereales producto de la abundancia de la pampa; novedosos diseños y distintos tipos de ornamentos realizados con cuero y una amplia selección de los alimentos más tradicionales del país. En conjunto la exhibición era un gran relato de las bondades de la madre patria con la intención de atraer capitales y hombres de bien para forjar una patria que necesitaba de trabajo e ideas de progreso.

Las motos recorren el conjunto escultórico de ángeles para apreciar su belleza.

Los grupos escultóricos de Louis Ernst Barrias, con su conjunto de ángeles alusivos a las riquezas de la Argentina, fueron fundidos por el artista Thiebaut y, a diferencia de otros pabellones latinoamericanos, el diseño elegido, junto con el edificio del pabellón, carecían por completo de alusiones a la arquitectura española colonial y tampoco había signos de las culturas prehispánicas, como en el caso del pabellón mexicano, o a las culturas aborígenes americanas.

La presentación argentina reflejaba el progreso del país tanto en lo industrial (cereales, maderas, lanas, cueros, mármoles, vinos, carnes congeladas, etc) como en lo urbanístico (la maqueta de La ciudad de La Plata) e incluso en lo educativo: allí estaban las grandes fotos de Samuel Boote de las 50 escuelas públicas monumentales del Consejo Nacional de Educación, materialización del proyecto de progreso que se auspiciaba indefinido para la Argentina.

Quien quiera apreciar otros detalles escultóricos que han quedado como Patrimonio Nacional de lo que fuera el Pabellón Argentino, puede completar el circuito de los ángeles alegóricos con sus mástiles recorriendo las avenidas San Isidro y Av. García del Río. En Villa Lugano, en Av. Riestra y Martiniano Leguizamón se destaca el grupo escultórico y mástil La Agricultura

Pequeños resabios de tiempos gloriosos para el país, en donde todo estaba por hacerse, como hoy…

Related Posts